La demandaron, se defendió en la corte y saló victoriosa. El juicio la mostró como una mujer que quiere tener la última palabra.
“Le deseo lo mejor”. La frase que le susurró la actriz Gwyneth Paltrow a su demandante al irse victoriosa de la Corte de Park City (Utah), termina de cerrar con moño esa imagen de mujer moderna y ejecutiva que tiene un muy buen pasar, una empresa para manejar (Goop), alfombras rojas que recorrer, dos hijos, un honor que defender y hasta la amabilidad que el demandante quizá no se merecía.
El señor, un optometrista retirado de 76 años, insiste en que ella lo chocó en una pista de esquí en un resort de Utah en 2016 y que lo dejó tirado en la nieve, sufriendo numerosas heridas físicas y emocionales. Ella asegura que fue él el que la chocó por la espalda cuando estaba parada mirando a sus hijos. El jurado le creyó a ella. Las fotos del óptico recorriendo el mundo un año después del accidente fueron claves. Y también la serenidad conque la actriz se empeñó en hacerse oír.
Existe la creencia, bastante fundada, de que a las celebridades de Hollywood no les gusta exponerse. Se los ve tratando de resguardar sus vidas privadas con mansiones con muros altos, arboledas tupidas, guardaespaldas fornidos. Esta semana Gwyneth Paltrow probó que esto no es una regla infalible. El señor la demandaba por 300 mil dólares (intentó pedir 3 millones, pero a la justicia le pareció mucho).
La ganadora de un Oscar pudo haber hecho un arreglo fuera de la Corte, pero prefirió dejar que un jurado (y la opinión pública) escucharan su defensa y la absolvieran. Lo contrademandó por un dólar y las costas de su equipo de abogados, que son caros, y el jurado se lo concedió. Unánimemente, aun cuando al ser un juicio civil bastaba con la mayoría.
Entre Trump y la salud del Papa
El viernes a la mañana, los programas nacionales de noticias incluían su victoria, después de dedicarle mucho mas espacio a la imputación contra el expresidente Donald Trump, a la salud del Papa y a la detención de un periodista estadounidense en Rusia. Los noticieros nacionales habían estado alimentando a sus televidentes, en TV o en teléfonos, durante toda una semana.
Casi todos los medios cayeron presa de una fascinación por la forma en que Gwyneth Paltrow se vistió cada día para ir a la Corte. Con su agua siempre a mano, su trajecito de Armani, unas botas de combate de 1.450 dólares, un piloto verde que quedó sold out el mismo día que lo lució.
Aunque algunos presuponían que su vestuario era calculado para impresionar al jurado “estilo conservador chic”, no debe ser distinto al que usa para ir a las oficinas de su empresa en el barrio angelino de Santa Monica. De hecho en las páginas de Goop (“un estilo de vida para gente moderna”) aparecen ropas y accesorios a precios salados.
Entrevistado en un programa de espectáculos, el director artístico de la empresa de Oprah Winfrey dijo que eran básicos elevados, muy elegantes, que cualquiera puede reproducir el look consiguiendo una versión similar y mucho más barata en negocios Gap, Banana Republic o H&M.
El juicio siempre pareció exagerado, la Corte se llenó de fans de Paltrow y blogueros, muchos locales acostumbrados a las celebridades que los visitan anualmente para el festival de Sundance no se quisieron quedar atrás. La decisión de televisarlo le dio buen rating a Court TV y Law&Crime y expuso a la actriz ganadora de un Oscar por Shakespeare apasionado a una constante mirada prejuiciosa.
Su integridad estaba en juego y haber ganado la vindicó, reconoció ella. “Quiso dejarle un mensaje a sus hijos de que de vale la pena luchar por sus derechos” dijo uno de sus abogados. A los jóvenes Moses y Apple, cuyo padre es el cantante Chris Martin, se los esperaba el miércoles en la Corte, pero finalmente les evitó la exposición y alguien leyó sus testimonios defendiendo a su madre.
La flamante victoria no empaña todas las otras batallas culturales que le quedan por ganar: sus productos son considerados frívolos, sus dietas tildadas de peligrosas. Siempre da que hablar. Eso sí, ahora se sabe que a Gwyneth Paltrow le gusta tener la última palabra. Hagan fila si quieren demandar.
POS