17.7 C
Buenos Aires
HomeEspectáculosPerry Farrell, el dueño del Lollapalooza, se dará el lujo de tocar...

Perry Farrell, el dueño del Lollapalooza, se dará el lujo de tocar con su banda en el festival

Había una canción editada en 1988 que fue el primer crossover de lo que se llamó college rock, corriente de la que Jane’s Addiction fue protagonista fundamental. El tema, Pop Song 89 de R.E.M. decía en su estribillo: “¿Deberíamos hablar del clima? ¿Deberíamos hablar del gobierno?”.

Ante el saludo inicial de Clarín a Perry Farrell y Eric Avery, que tocarán este sábado en el Lollapalooza con su banda Jane’s Addiction, ellos eligen la variable meteorológica.

Jane´s Addiction, la banda liderada por Perry Farrell, con Eric Avery en bajo, Stephen Perkins en bateria y Josh Klinghoffer en guitarras.

“Estamos bárbaros –asegura Perry Farrell-, pero te cuento que hubo lluvias torrenciales por aquí, al norte de donde estamos en Monterrey, y el condado tuvo inundaciones fuertes pero estamos relativamente a salvo aquí. ¿Cómo está el clima por allá?” Farrell abrió grande los ojos cuando se le convirtió la sensación térmica de cuarenta grados del miércoles a grados Fahrenheit. “Bueno, será mejor que no lleve mis sacos de invierno entonces”.

No será esta la primera vez que Jane’s Addiction se presente en Buenos Aires, pero sí será su debut en el Lollapalooza porteño que comienza este viernes. Un festival que fue concebido por Perry Farrell como un evento de realidad rockera aumentada que sirviera como marco para la primera despedida de Jane’s Addiction, que tras dos álbumes de mucho éxito, decía adiós en 1991.

Ni él hubiera previsto que ese extravaganza se convertiría con el tiempo en una de las marcas más importantes y que con solo invocar su exótica denominación, generaría movimientos en las expendedoras de tickets. Más curiosamente: su propio festival, ya crecidito, le permite decir hola a las audiencias sudamericanas en vez del adiós inicial.

Farrell se ríe ante la contradicción y la acepta. “Está bien, en ese momento fue un adiós, y era verdad. Pero los jóvenes se transforman en hombres y, afortunadamente, ganan entendimiento y sabiduría. Personalmente creo que Lollapalooza es hoy uno de los grandes vehículos que tienen los músicos. Un hombre o una mujer joven pueden acceder ahí y conquistar a una audiencia de verdad que acompañará a lo largo de toda una carrera, sino toda una vida”.

Y agrega: “Alguien que acostumbra a tocar en pequeños clubs puede encontrar en el Lolla un escenario más grande y probarse frente a una audiencia de veinte mil personas, que con el correr de las horas puede llegar a ochenta mil. Y al haber múltiples escenarios hay cosas para todos los gustos. Para mí es como un vehículo hermoso, como un auto o un avión en constante evolución. Es como un cohete espacial”.

Perry Farrell en vivo en 2012. Foto archivo

Eric Avery asiente ante las palabras de su compañero de grupo, pero encuentra una explicación diferente: “Creo que Lollapalooza admite una descripción poética, y a mí me gusta verlo como el Nueva Orleans de los festivales. Es colorido, diverso y pintoresco. Creo que para ustedes, el público, debería ser como una celebración de la renovación”.

Aquel college rock de los años ’80

Perry Farrell en 2003. Foto archivo.

Se podría trazar un paralelo entre lo que es Lollapalooza y lo que fue la corriente del college rock a mediados de los años ’80; una serie de escenas diferentes y alternativas que comenzó a cohesionarse cuando las radios de los campus universitarios de Estados Unidos empezaron a seducir a las audiencias extramuros, que estaban hartos de Michael Jackson, Madonna y Lionel Richie.

Grupos como los ya mencionados R.E.M., Sonic Youth o Pixies traían nuevos sonidos, más crudos y terrestres que los de las hiper producidas superestrellas de la música de los años ’80. Esa configuración fue creciendo hasta que Billboard aceptó crearles un ranking propio en 1988, Modern Rock Tracks, y las radios generales comenzaron a emitir estos raros sonidos nuevos.

En el flujo de la ampliación aparecieron nombres como los de Red Hot Chili Peppers, Faith No More y Jane’s Addiction. Eran otra bandita californiana conducidas por un novel Perry Farrell que hacía shows explosivos en clubes de Los Angeles y que tras un disco en vivo independiente accedió a un sello más grande para su primer álbum de estudio: Nothing’s Shocking. El segundo, Ritual de lo Habitual (1990), los convertiría en super estrellas.

“Hoy es una banda muy moderna”

Los cuatro primero jinetes fueron Farrell, el bajista Eric Avery, el baterista Stephen Perkins (aun con ellos), y el guitarrista Dave Navarro, que fue momentáneamente reemplazado para esta gira por Josh Klinghoffer, que a su vez suplantó diez años a John Frusciante en los Red Hot Chili Peppers.

Perry Farrell en vivo con Jane´s Addiction. Este sábado toará por primera vez en Lollapalooza Argentina.

Jane’s Addiction se disolvió en 1991, pero volvió de la inactividad en varias ocasiones con elenco renovado o no. Parece más un fantasma que una banda que hoy está definida por otros parámetros. “Medir la salud de un grupo –dice Farrell- por si hace un disco nuevo o no, es un parámetro viejo. Yo diría que hoy, Jane’s Addiction es una banda muy moderna”.

“Es más –interviene Avery-, te diría que lo que hoy define a Jane’s Addiction es la música más que la gente que la interpreta. Estamos constantemente trabajando en nuevo material y en Buenos Aires van a poder escuchar parte de él”.

“Estamos en lo último –retoma Farrell-; los otros días nos estábamos riendo con Eric comparando los efectos que utilizamos ahora en el escenario con los que usábamos cuando comenzamos. ¡Qué poca idea teníamos de lo que estábamos haciendo! Desde el punto de vista técnico, no sabíamos nada”.

Agrega Perry: “Ahora todo es diferente; recuerdo que en aquel entonces iba a una casa de empeño que tenía cerca y me compraba cosas como una cámara de delay para experimentar con mi voz. Pero lo que más compraba eran artilugios que se veían bonitos, aunque no supiera para qué servían. Creía que se iban a ver bien sobre el escenario. Ahora tengo una consola diseñada especialmente para mí y eso muestra lo lejos que ha llegado la tecnología: te hacen los efectos a medida”.

Imparables

Si el arte imita a la naturaleza, Perry Farrell piensa que se puede vincular a Jane’s Addiction con la literatura. “Mirá a la vida como si fueras a escribir una novela. Tenemos básicamente tres momentos; el comienzo, el medio y el final. Nosotros estamos en el acto final, lo que no significa que vayamos a desaparecer: en el acto final están todas las explosiones”

Y explica: “¿Qué quiero decir con esto? Que en Jane’s Addiction, hoy, podemos hacer lo que nos indique el corazón. No tenemos ataduras ni con las grandes grabadoras ni con el esnobismo crítico. Ya no nos define si hacemos un nuevo disco, porque eso es mirar nuestra carrera con los anteojos de la industria, y realmente hemos destrozado esas lentes, por lo tanto ahora debemos proceder como artistas. Hacemos lo que nos dicta el corazón, y como artista no hay libertad más grande que expresarte del modo que quieras. Eso te hace imparable”.

Charly García fue el que habló del oleaje, de las aguas que vienen y van mientras él ya formaba parte de algo más grande: el mar. Es desde ese punto de vista donde Perry Farrell analiza las circunstancias actuales de la música y se despide con un vaticinio. “Nadie tiene en cuenta el hecho de que el mundo estuvo detenido casi por tres años. La gente esperaba que las cosas volvieran a ser como fueron, pero eso no puede ser así. Ahora tenemos esa sensación de que la tormenta ha pasado, pero si miramos un poco atrás podemos descubrir que los músicos tuvieron casi tres años para tomar sus instrumentos y hacer cosas nuevas”.

Enseguida amplía: “Ya está perimida la idea industrial de encontrar alguien con un buen culo, y ponerle a un compositor que le escriba canciones para un video de 70 mil dólares. Hoy la industria musical está organizada como en silos, y nosotros no somos parte de ese silo llamado música pop. Nunca nos interesó que nos dieran un trofeo por lo que hicimos. Mi consejo para los grupos nuevos es no poner el corazón en cosas que carecen de importancia. ¿Qué es lo importante? Es hacer música hermosa que la gente pueda utilizar como medicina para su alma”.

Y concluye: “Estamos en el punto en que todo es un gran experimento otra vez, como la democracia. Durante la pandemia los músicos se volvieron científicos, y experimentaron con su equipamiento, analógico o digital. Entonces en los próximos tres años va a haber una nueva explosión de músicos que van a salir a la calle, y vamos a estar nosotros, los mayores, como para guiarlos. Los próximos años van a ser maravillosos y quizás, esta vez sí, podamos transformar el mundo. A esta era, la llamo la Era del Mensaje. Y ahora sí vamos a poder divulgar el mensaje de la paz, el amor y la hermandad como nunca antes. Va a ser sorprendente”.

MFB

Mas noticias
NOTICIAS RELACIONADAS