La tenista polaca de 21 años domina el circuito, pero también asume un rol de líder frente a sus colegas para repudiar la invasión rusa a Ucrania.
En cualquier orden de la vida el mejor debe parecerlo. Pero, sobre todo, serlo.
Entre las mujeres, por lo que hace en una cancha de tenis Iga Swiatek es una auténtica número 1 del mundo. Desde abril del año pasado, cuando tomó la posta de la australiana Ashleigh Barty tras su sorprendente retiro, la polaca domina el circuito. En esos 11 meses ganó seis títulos, incluidos dos de los cuatro Grand Slams que jugó. Pero, además, le lleva a Aryna Sabalenka, su escolta en el ranking mundial, nada menos que 4.485 puntos (un dato: entre la bielorrusa y la china Qinwen Zheng, 24ª en el mundo, hay menos distancia y ello sirve para remarcar la enorme diferencia que estableció Swiatek con el resto de sus colegas). Dominio abrumador.
Sin embargo, afuera de la cancha, la mejor de todas, con apenas 21 años, también es una verdadera número 1 del mundo que día a día entiende más y mejor cuál es su rol en el tenis en particular. Y en el deporte en general. Una muestra de su actitud se vio en los últimos días.
Desde el inicio de la invasión rusa Swiatek se puso la camiseta ucraniana. Es más: desde ese momento juega con una cinta con los colores celeste y amarillo en su gorra infaltable. Esta semana, en Indian Wells, después que Anastasia Potapova se mostrara con la camiseta de Spartak de Moscú, Swiatek le puso los puntos. “Me sorprende mucho ver a chicas rusas con camisetas de equipos de fútbol de su país. No creo que sea bueno para nadie que se muestren ese tipo de sentimientos por mucho que una sea fan de ese equipo; espero que se haya dado cuenta de lo que hizo”, dijo. “No creo que se esté haciendo todo lo necesario ahora mismo para evitar este tipo de situaciones. Somos un ejemplo para muchos niños y tenemos una responsabilidad como deportistas de élite. Considero que las tenistas rusas deberían ser más sensibles a la hora de comportarse”, disparó una número 1 que no necesita sólo ganar torneos para ratificar que lo es. En el más amplio sentido del término.