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Viene Branford Marsalis, el más inquieto de una familia de grandes músicos de jazz, pero sólo tocará en Mendoza

“En el jazz la palabra innovación es una broma, aunque se acepta ese mito de que los músicos de jazz pueden inventar sonidos o formas de tocar música que en realidad son opuestos a la tradición o que pretenden borrarla”, señaló el saxofonista Branford Marsalis a Clarín en una charla telefónica.

Este célebre artista se presentará en el Mendoza Sax Fest este viernes como solista con la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Cuyo y el domingo, en cuarteto con Ernesto Jodos en piano, Jerónimo Carmona en contrabajo y Oscar Giunta en batería, ambos conciertos en el Teatro Mendoza.

Branford Marsalis, uno de los grandes saxofonistas estadounidenses, que aborda el jazz y la música clásica, además de incursionar en otros terrenos como el funk y el rock. Foto de prensa

“Kamasi no hace jazz”

“La palabra innovación ha sido distorsionada; es sólo un subproducto de métodos o filosofías que ocurrieron con anterioridad”, añadió el músico que se presentó por última vez en Buenos Aires, en noviembre de 2015, para cerrar el Festival Internacional de Buenos Aires en el Teatro Colón.

-Precisamente uno de los músicos que transita por ese supuesto camino de la innovación es el saxofonista de Los Angeles, Kamasi Washington ¿Lo escuchó? ¿Cómo define su música?

-Creo que su música es buena, pero no lo considero jazz. Puede que haya algo de jazz y puedo ver por qué muchos de los que aprecian su música, llaman jazz a lo que hace. Generalmente –reitero, generalmente- son personas que crecieron escuchando música popular y sonidos populares y sienten que su música instrumental refleja esa sensibilidad. Llamarlo jazz los separa de la música que más escuchan y les da un sentido elevado acerca de sus propias inclinaciones artísticas.

Qué es jazz y qué no

Branford Marsalis en la Masterclass que dio en 2015 en la Usina del Arte. Foto: Pedro Lázaro

En una entrevista con la revista Jazztimes, Marsalis admite que no quiere ir a una guerra por estos comentarios, pero cuestionó a algunos de los nuevos nombres del jazz internacional como Kamasi Washington o Robert Glasper, “pero puedo escuchar un disco de Lester Young, o de Dexter Gordon o de Wayne Shorter y preguntar: ¿Oyes ese linaje en su forma de tocar? Si no lo hace, ¿qué lo hace jazz, la improvisación?”.

Y agrega: “Volveremos a esa ilusión otra vez. El éxito que tiene Kamasi es asombroso, pero las personas que lo defienden como jazzista no son jazzistas. Tienen su propia idea de lo que es el jazz y tienen derecho a ello, pero yo también”, explicó este músico con una carrera de poco más de 40 años en la escena del jazz.

Música para músicos

Branford Marsalis en el Teatro Colón, 2015..

-Sobrevive un dilema que podría traducirse como “los conservatorios le quitaron la frescura melódica al jazz”. Hoy, muchos músicos de jazz tocan más para sus colegas que para el público. ¿Tiene que ver la enseñanza académica con esto?

-No. La música siempre ha tenido músicos y tecnócratas. Los músicos más talentosos, los que tienen oído para la melodía, tocan estilos más populares de música y están bien pagados por ello. Ese vacío dio paso a que surgieran actores tecnocráticos. Nunca conocí ni escuché a un músico que tuviese un gran oído para la melodía y el canto que lo haya perdido por ir a la universidad o al conservatorio.

-Si bien se perciben cambios dentro de la sociedad norteamericana, usted señaló que la mayor frustración de los músicos negros era la sistemática negación de su humanidad que se manifestaba en la música ¿Cómo siente esta situación actualmente?

-No es comparable. Ya no tengo que viajar en la parte trasera de un ómnibus debajo de un letrero de “Colored Only” (Sólo negros). Músicos negros como Kamasi pueden tener un gran número de seguidores blancos, lo que era imposible en la década de 1930, salvo en pocos lugares.

Por ejemplo, me viene a la mente, Duke Ellington tocando en el Cotton Club, un club “sólo para blancos” en el centro de la cultura negra de Nueva York. Si bien el racismo no está extinguido, su vida diaria no se filtra a través de una lente racial de la forma en que se producía décadas atrás.

-En el Mendoza Sax Fest hará dos presentaciones, una con orquesta sinfónica y la restante en cuarteto con músicos argentinos. ¿Ya tuvo contacto con los músicos?

-No, todavía no. Encuentro que estas cosas funcionan mejor y me refiero a la actuación en cuarteto, cuando tocamos canciones que todos conocemos. No estoy interesado en escuchar a los chicos luchando con mis canciones, así que no tenemos que preocuparnos por eso.

La pasaremos bien. El otro concierto, con la orquesta, está todo escrito.

Una familia entregada al jazz

La familia Marsalis en pleno, con papá Ellis y sus hijos, entre ellos Branford y Wynton.

Branford Marsalis proviene de una familia entregada al jazz. Hijo mayor del pianista Ellis Marsalis, nació el 26 de agosto de 1960 y creció en el rico entorno de Nueva Orleans. Sus tres hermanos, Wynton, el más conocido en la escena internacional, Delfeayo y Jason son parte de la escena y se mueven como verdaderos abanderados del género.

A los 20 años tocó con las orquestas de Lionel Hampton y Clark Terry y a los 21, se unió a los legendarios Jazz Messengers, del baterista Art Blakey, donde reconoce que su experiencia más formativa por aquella época.

Su debut discográfico como líder fue Scenes In The City (1984) donde despliega varios modelos estilísticos, algo de Coltrane, algo de Wayne Shorter y el tema que da nombre al disco que se “roba la cámara”.

Hacia 1985, toma distancia del quinteto de Wynton, al mismo tiempo que toca en distintos proyectos con Miles Davis y Dizzy Gillespie y acompaña a Sting en su primera gira como solista The Dream Of The Blue Turtle.

Pero Marsalis tiene pasta de líder y en 1986 arma su cuarteto el extraordinario Kenny Kirckland en piano, Jeff “Tain” Watts en batería y Robert Hurst en contrabajo. Con este grupo lanzaron cinco discos, entre ellos, el excelente I Heard You Twice The First Time.

Respecto de su liderazgo, Marsalis lo compara con el de Davis. “Soy de una manera más parecida a cómo operaba Miles. Él nunca decía qué hacer, más bien, te pedía qué no hacer. En mis diferentes cuartetos hablamos y discutimos sobre las canciones. Soy el líder, pero no soy el que tiene todas las buenas ideas que son las que ganan a través del diálogo. Cada canción tiene un color único”, agregó el saxofonista.

Desde el año 1997, el cuarteto mantiene la misma formación con Joey Calderazzo en piano, Eric Reeves en contrabajo y sólo cambió su baterista en 2011; se fue Watts y entró Justin Faulkner.

“Permanecer juntos nos permite tocar una música aventurera y sofisticada y que suene bien. La falta de familiaridad lleva a tocar a la defensiva. Me gusta tocar música sofisticada y no podría crear esta música con personas que no conozco”, agregó.

Una experiencia formadora

En este punto recordó una visita que hizo con su primer grupo a Bradley’s, un pequeño club de Greenwich Village, en Nueva York, a mediados de los años ’80.

“Un día me llamó Tain Watts para decirme que tenía que ver el trío de Walter Davis Jr en piano, Ben Riley en batería y Abdul Malik en el contrabajo; sonaban muy bebop. Fue increíble ver como se miraban mientras tocaban y se divertían e interactuaban. Ahí mismo me di cuenta de que podíamos tener la misma energía en el escenario. Esa manera de relacionarnos tocando era la que nos podría funcionar y así fue”, señaló el artista, que lanzó en 2019, el espléndido trabajo The Secret Between The Shadow and The Soul.

Branford lanzó más de 30 discos. Hizo la música de Mo’ Better Blues, de Spike Lee y de la reciente Black Bottom of The Ma Rainey, basada en la obra teatral de August Wilson, entre otras.

Además de cruzar el Rubicón de la pureza jazzística con Sting, tocó con Grateful Dead entre 1990 y 1994 y participó de los discos Without A Net (1990) y Spring 1990 (The Other One) y Wake Up To Find Out, ambos grabados en 1990 pero lanzados en 2014.

Marsalis además de sus presentaciones en el Mendoza Sax Fest, del 7 al 10 de este mes, dará dos master class, el sábado y el domingo. La muestra contará con la presencia de los saxofonistas Ricardo Cavalli, Jorge Retamoza, Mauro Ciavattini, Walter Casciani y Mariana Cuadra; de los Estados Unidos, Jonathan Helton y Griffin Campbell; de Francia, Carl-Emmanuel Fisbach; de Chile, Agustín Moya y Denisse Serrano y de Panamá, el cuarteto Isthmus Sax.

MFB

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