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“Sí, quiero”: el llamativo dato de los casamientos argentinos en tiempos de pandemia

La pandemia no terminó y más argentinos están a punto de recibir una cuarta vacuna. Pero el Covid ya no es ese invitado indeseado que obligaba a suspender hasta la más planeada de las bodas.

Si bien no se puede negar que todo lo que se está por decir en esta nota es en gran parte consecuencia de dos años sin poder programar ninguna celebración, la tercera ola ya pasó y dejó a la curva del amor legal —el de “los papeles”– bien arriba.

Según datos a los que accedió Clarín desde el Registro Civil de la Ciudad de Buenos Aires, en los primeros tres meses de este año, que históricamente son los menos populares para casarse, casi hubo la misma cantidad de casamientos que en los últimos tres de 2021, que son los más elegidos por las parejas.

El alza de enlaces incluso va más alto que el ramo que tiran las novias si se tiene en cuenta que en noviembre la cifra se infló porque hubo un furor de casamientos porteños.

Los números del sí: de octubre a diciembre, 4.460 parejas firmaron la libreta roja en la Ciudad. Entre ellas, sólo en noviembre se casaron 1.608. Y de enero a marzo de este año ya lo hicieron 3.443.

La diferencia de casamientos entre los meses preferidos y los menos elegidos fue de apenas un 23%. A la par, si se comprara el último trimestre de 2021 con este primer trimestre, hubo un 65% menos de divorcios. Se pasó de 2.653 a 933.

En estos últimos tres meses, las parejas activaron el modo concretar, sacaron un turno y sintieron los minigolpecitos del arroz a destiempo de lo que hubiesen hecho antes del Covid.

Si nos olvidamos de cualquier virus y nos ponemos en modo tradición, de enero a marzo los salones de fiestas estaban quietos ​y casi a mitad de precio. Esos meses son temporada alta de vacaciones, lo que puede generar faltazos o momentos de tensión con invitados obligados a volver para poder asistir. 

En la provincia de Buenos Aires también subió la curva del Sí, quiero atemporal.

Según el Registro Civil bonaerense, hasta el 31 de marzo ya hubo 15.869 matrimonios, cuando en todo 2021 hubo 43.359. Y los divorcios hasta ahora son muchos menos: 6.806. En 2020, 11.919 parejas se separaron y 14.396 se casaron.

¿El brote de casamiento de 2022 es amor pandémico? ¿Propio de gente que se conoció en cuarentena? ¿O justamente es amor pospandémico? ¿Propio de parejas que la superaron y se decidieron a dar el sí? De eso no hay registro oficial. Hay historias que llegaron a Clarín.

Una década, una pandemia y dos anillos

Lorena Claus y Pablo Caputo se casaron después de una década juntos.

Ella es una ginecóloga de 50 años y él un kinesiólogo de 46. Sus ambos se cruzaron en 2011 por trabajo. Al poco tiempo, los dos se separaron de sus matrimonios, decidieron estar juntos y se animaron a convivir más allá de la clínica. Aunque pasaron 10 años “y pico” y una pandemia de más de dos, la decisión de casarse tuvo mucha frescura entre tanto delay.

“Siempre estuvo entre nosotros la ilusión de casarnos, para compartirlo con los afectos. Tenemos dos hijos adolescentes cada uno y logramos formar una familia ensamblada desde ese entonces, con un gran vínculo entre todos. Y nos encantan las fiestas, bailar, disfrutar con amigos”, cuenta Lorena Claus a Clarín. Con Pablo Caputo se casó por civil el 18 de marzo.

¿Por qué no antes y por qué sí ahora? “Siempre nos frenaba el costo del casamiento. Fue pasando el tiempo y aunque en la pandemia también pensamos en hacerlo, a fin de año empezamos a pensarlo con más intensidad. Dijimos ‘¡Vamos a hacerlo! Y lo de su ciudadanía italiana, que necesitábamos estar casados para que me la pasara, fue un empujoncito más”, sigue.

El turno original era para el 3 de marzo, pero por el inicio de clases de los chicos, tuvieron que atrasarlo. La fiesta fue en la gran casa con parque de esta pareja en Ituzaingó. Con catering, barra libre y ceremonia incluida, con ayuda de familia y amigos organizaron todo en 15 días. No esperaron más.

“Pensábamos que no pero sí significó mucho dar ese paso de formalidad. Los dos ya habíamos estado casados y habíamos pasado por divorcios, pero un amor de tantos años, por un camino que no fue fácil… fue una gran connotación elegirnos así el uno al otro como pareja”, cierra.

Desafiando la curva de casos

Mara y su marido. Empezaron a convivir casi a la par del aislamiento más estricto. En ese encierro también decidieron que se iban a casar.

Mara (31), periodista y abogada, y Fernando (40), economista, empezaron a convivir poco antes de que arrancara la cuarentena más estricta. No sólo son una de esas parejas que “sobrevivieron”, sino que la idea de casarse surgió en pleno aislamiento.

“Fue una decisión que tomamos en pandemia. Como ya convivíamos, sabíamos que en algún momento nos íbamos a casar, sobre todo porque a mí me importaba más que a él“, dice ella. Y lo programaron con tiempo, durante ese encierro en Palermo.

“Lo organizamos con un año y medio de anticipación, por el miedo que nos generaba la pandemia”, admite. A mediados de diciembre, con la curva alta de casos, pudieron casarse por civil y por iglesia, con fiesta y todo.

Propuesta en el aeropuerto

Franco y Camila. La propuesta llegó días antes de que se decretara el ASPO y la boda, dos años después.

Franco tiene 30 y Camila Fernández Castro, 31. La propuesta de casamiento de él, en el aeropuerto de Trelew, después de un viaje, no tuvo el mejor timing. Fue en febrero de 2020, tras más de 7 años de novios.

“Justo después, cae la pandemia y dijimos: ‘Esperemos para contarlo y para planificarlo’. A fin de ese año, lo dijimos y empezamos a organizar. Pero vimos que otras parejas estaban en la misma, que lo habían pospuesto, los salones tenían un montón de restricciones en el verano y estaban sin lugar en marzo. Así que en marzo de 2021 pusimos la fecha para marzo de 2022. Porque pensamos que la cosa ya iba a mejorar un montón”, cuenta Cami.

Hicieron bien. Se casaron el 12 de marzo. Los invitados bailaron como en cualquier fiesta prepandémica, sin hisopados.

La tendencia antes de la pandemia

Desde 2005 hay dos matrimonios por cada divorcio en territorio porteño. Pero en 2020 esos datos hicieron historia.

Por el cierre de los registros civiles, entre abril y septiembre del primer año de la pandemia, por primera vez, la inscripción de divorcios superó la de matrimonios en la Ciudad. Mientras que 4.480 parejas disolvieron su vínculo conyugal, solamente 3.861 se casaron. Entonces, por cada separación hubo menos de un enlace.

La diferencia es que para la celebración de enlaces el trámite para las parejas que estaban en el país sólo se admitía en la modalidad presencial, mientras que los divorcios se siguieron resolviendo por Zoom. Recién este año la Ciudad habilitará los casamientos a distancia. 

Septiembre de 2021 también fue un mes clave para ver el comienzo del salto en la tendencia hacia el sí de este año. Si en ese mes de 2019, cuando no había coronavirus, el total fue de 1.072 enlaces, y en septiembre de 2020 sólo hubo 85 casamientos, en septiembre del año pasado hubo 1.500 casamientos. Y apenas 918 divorcios.

¿Quiénes se casan más en la Ciudad? No los más jóvenes. Las estadísticas porteñas de 2021 indican que la mayoría de los de hasta 29 años están solteros. Representan al 82%. El 17% está casado o unido, mientras que el resto había tenido una relación de convivencia (es decir son separados o divorciados). En el caso de los varones, el 81% son solteros, mientras que las solteras representan el 78%.

¿Cómo quedaron los vínculos pospandemia?

“Las parejas tuvieron que aprender a esperar tiempos mejores para concretar proyectos y estabilizar uniones como la convivencia o el casamiento. Para algunos vínculos la pandemia fue la oportunidad para bajar las ansiedades y conocerse más; hasta la conquista amorosa, por temor al contagio, postergó para más adelante el sexo”, dice a Clarín el sexólogo Walter Ghedin.

Hoy en día, afirma el experto, las uniones muestran lo contrario a la inhibición vivida durante el confinamiento. 

El miedo da lugar a la audacia (y una es casarse), a ser más arriesgados a la hora de concretar proyectos. Importa más el disfrute que las responsabilidades que conlleva la vida en común. También la apertura hacia nuevas prácticas sexuales (parejas abiertas, poliamor, inclusión de un tercero) pasó a estar en las fantasías y en la charla de los amantes”, detalla.

Más allá del plano sexual, cree que ahora hay necesidad de “no guardarse nada” para no sufrir en silencio.

“Las nuevas relaciones pospandemia están mejor dispuestas a hablar los problemas y no sucumbir en la incomunicación. Esta particularidad lleva a plantear las diferencias y buscar acuerdos aún cuando hay desacuerdos. No se puede omitir la influencia de los movimientos feministas y los cambios en la masculinidad, que vienen ocurriendo hace años y que la pandemia atravesó dejando su impronta. Hay más entendimiento“.

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