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John Dinges: “La Argentina fue el país principal para el Plan Cóndor”

El periodista norteamericano John Dinges afirmó que Perón recibió informes de inteligencia sobre la existencia de la Junta Coordinadora Revolucionaria (una alianza entre Montoneros, Mir y Tupamaros, entre otros) y “aprobó medidas contra ellos” en 1974.

En su nuevo libro “Los Años del Cóndor”, Dinges aseguró que Estados Unidos “no fue autor, sino cómplice” de los 654 asesinatos planeados en ese grupo coordinador de las dictaduras del Cono Sur.

Y explicó porque no usa la cifra de “30 mil desaparecidos” en sus libros, sino la lista de la CONADEP que habla de poco más de 9 mil desaparecidos en Argentina.

Reveló que un jefe del FBI militares argentinos le mostraron el cadáver del ex jefe del ERP Mario Santucho, en julio de 1976, entre otras primicias en una entrevista exclusiva con Clarín tras dar una charla en la universidad Di Tella.

Su última extensa y pormenorizada investigación se basa en entrevistas y documentos recientemente desclasificados de la CIA, entre otros organismos del gobierno de Estados Unidos.

Dinges entre 1972 y 1978 trabajó como corresponsal de The Washington Post, Time y ABC radio en Chile, fue profesor de la escuela de periodismo de la universidad de Columbia y ya publicó otros libros como El Caso Letelier (1980) y Operación Cóndor (2003). Entre otros premios recibió el Maria Moors Cabot y la orden Bernardo O’Higgins de Chile.

– En su nuevo libro “Los años del Cóndor” usted afirma que la primera reunión de fuerzas de seguridad y policiales que luego daría lugar al plan Cóndor fue en Buenos Aires a comienzos de 1974. ¿El ministro de Acción Social de Perón, López Rega, autorizó esta participación argentina en el llamado proto Cóndor?

– No tengo un documento desclasificado que hable de López Rega, pero sí de Perón mismo. El estaba preocupado por la formación de la JCR, anunciada en enero de 1974. Recibió informes de inteligencia sobre la JCR y de una reunión cerca de Mendoza. Perón aprobó medidas contra ellos a quienes definía como extremistas marxistas. El jefe de la Policía Federal Argentina, comisario Luis Margaride, informó a la embajada de EE.UU. en Buenos Aires sobre la reunión en Mendoza en un briefing y puntualizó que de ella participó el líder del ERP Mario Santucho.

– También dice que cometió equivocaciones en el pasado y ahora habla de “complicidad” de la CIA y otras agencias del gobierno de Estados Unidos con el Cóndor pero no “en su creación, identificación de blancos o ejecución de operativos”. ¿En qué evidencias se basa para esa conclusión?

– Mi comentario sobre “equivocaciones” no se refiere a la CIA. Me equivoqué en decir que Chile era “Cóndor Uno”. Mis investigaciones recientes muestran que Argentina fue “Cóndor Uno”, y además el país más importante de Plan Cóndor. Tanto en su interés en establecerlo como en el número de crímenes de Cóndor cometidos en Argentina (469 personas detenidos en Argentina y la gran mayoría desaparecidos; más 143 víctimas de nacionalidad argentina detenidos en otros países). Uruguay es el numero dos en importancia: 294 víctimas de nacionalidad uruguaya, gran mayoría detenidos en Argentina. Chile (Cóndor 3) fue anfitrión de las dos primeras reuniones de la alianza Cóndor, pero en numero de victimas esta en menor rango: 107 víctimas de nacionalidad chilena (la mayoría detenidos en Argentina); 52 crímenes contra extranjeros cometidos en Chile.

– ¿Pero en qué datos se sostiene para decir que la CIA solo fue cómplice del plan Cóndor?

– Quiero contestar tu pregunta sobre el rol de EE.UU. y de la CIA, en el sentido de “complicidad” de la CIA y otras agencias del gobierno de Estados Unidos. Como dije en la charla de la universidad Di Tella, mi conclusión es que se equivocan los que sostienen que la CIA participó en su creación, organización y hasta en la identificación de blancos y en la ejecución de los operativos mismos. O sea, el Plan Cóndor como aparato de asesinato transfronterizo fue un invento de los países miembros, especialmente Argentina, Chile y Uruguay, con participación activa de los otros países. Ecuador es la excepción. No hay evidencias de operativos de asesinato de parte de Ecuador.

En cambio, EE.UU. sí hizo, entre otras cosas que detalló en el libro, propagar la doctrina de Seguridad Nacional y dar cursos de entrenamiento (en Panamá y en los países mismos) en prácticas de contrainsurgencia; apoyo logístico en comunicación, computación y análisis de inteligencia para mejorar el intercambio de inteligencia entre los países. Pero los países latinoamericanos fueron mucho mas allá. Hubo valor agregado de parte de los países que hiciera muchísimo más sangrientas las prácticas y métodos de Cóndor. Es decir, desapariciones y asesinatos, torturas sistemáticas, traslados ilegales de un país a otro y operaciones multilaterales de represión y asesinato dentro de los países miembros y afuera de las fronteras de Sudamérica (EE.UU., Europa y México). La CIA conocía en detalle de estas operaciones, y no actuó para evitar los asesinatos en masa en las dictaduras del sistema Cóndor. Por lo tanto, EE.UU., sostengo, es cómplice en los crímenes, pero no autor.

– ¿Por qué usted sostiene que a partir del golpe de Estado en la Argentina de marzo de 1976 el centro operativo del Cóndor pasó de Santiago a Buenos Aires, en especial a manos del general Juan Nieto Moreno?

– Porque la gran mayoría de los blancos (“extremistas extranjeros”) de Cóndor se encontraban viviendo en Argentina. Se estableció la llamada Base de Avanzada y Mando (Forward Command and Coordination Office, en términos de los documentos de la CIA) en un edificio de SIDE en la calle Billinghurst en Buenos Aires. El representante argentino era el entonces teniente coronel Nieto Moreno. El representante chileno (identificado por primera vez en mi libro) era el Mayor Christoph Willeke. El uruguayo era el mayor Nino Gavazzo. El oficial de mayor rango en la oficina de Cóndor en Argentina fue el coronel Ruben Visuara, jefe del grupo llamado OT1. Todo el aparato de Cóndor funcionaba en Argentina bajo el mando del Batallón de Inteligencia 601.

– En qué evidencias se basa para sostener que el ex presidente de Bolivia Juan José Torres fue asesinado en Argentina y como consecuencia de la coordinación del plan Cóndor?

– Además, de evidencias conocidas públicamente, hay múltiples documentos norteamericanos que apuntan a ese asesinato como obra de coordinación de Bolivia con Argentina. Mi fuente en particular sobre eso era Robert Scherrer, agente de la FBI en Argentina y en el Cono Sur, y tal vez el agente de inteligencia mayor informado en toda la embajada norteamericana.

– El agregado del FBI en la Argentina Robert Cherrer ¿tenía buena información sobre cómo se organizaba la represión interna y la del Cóndor en la Argentina?, ¿advirtió a sus jefes que la represión en Argentina, aunque tapada, era peor que en Chile?

– Sí. Scherrer nombra sus fuentes en los documentos que recién en 2019 fueron desclasificados. El se informaba del coronel Alberto Valin, jefe de Batallón 601, de múltiples oficiales de SIDE (nombrados en mi libro) y de la Policía Federal. Por ejemplo, Scherrer me dijo que fue invitado de ver el cadáver de Roberto Santucho, recién asesinado, en un cuartel militar.

– En las reuniones de Henry Kissinger con el canciller de la dictadura, almirante César Guzetti en 1976, aquel dijo la histórica frase “hagan lo que tengan que hacer pero háganlo rápido” (Ver https://www.clarin.com/ediciones-anteriores/kissinger-aconsejo-dictadura-apurar-represion-ilegal-1976_0_r1lxYxkgRKg.html). ¿Fue mal interpretada por el argentino como un apoyo a la lucha contra la subversión?

– No hay duda que Kissinger definió la política de EE.UU. hacia Argentina en cuanto a los derechos humanos y a todo. Pero como dice Kissinger, si ganaba Jimmy Carter, Kissinger iba a ocuparse de los más aburridos cócteles, y no de la política exterior. Y Carter ganó. Lo que dijo Kissinger a Guzzetti en octubre es lo mismo– practicamente en los mismos términos– que le dijo a Pinochet en Santiago en junio de 1976. Los apoyamos, los defendemos, entendemos su lucha contra el terrorismo, pero las presiones aquí (en Washington) en el congreso son muy fuertes. Yo interpreto a los dichos a Guzzetti así: háganlo rápido porque si Carter gana, no puedo ayudarlos más. El contexto es la elección. Carter estaba adelante en las encuestas en octubre, y no era probable que Gerald Ford ganara.

– Qué nivel de participación tuvieron los militares argentinos en el intento de asesinado de una hija de Salvador Allende en Francia y de Rodolfo Mattarollo, entre otros exiliados en ese país?

– Según mi investigación, que confirmó un relato de un argentino, el operativo contra Allende, Mattarollo y el senador uruguayo Enrique Erro, fue ejecutado por dos equipos operativos de chilenos, uruguayos y argentinos. El primer equipo, según la metodología explicado en el “Reglamento” de Cóndor cuyo texto tengo, era de ubicación, seguimiento y de identificación de los blancos y sus hábitos. Esa operación se llevó a cabo con éxito. Pero la segunda operación de “Condoreje”, que era la ejecución de las personas, fue abortada por una filtración de información a la inteligencia francesa. Esa filtración es muy probable, según mi investigación, que fue de la CIA a la DST francesa.

– En el libro entrevistó a varios ex agente de la CIA y de otros servicios de inteligencia, incluso a militares acusados de la represión ilegal y asesinatos. ¿Corresponde a los periodistas, desde el punto de vista profesional, ético y legal que se reúna con espías o ex espías o ex represores?

-Sí yo entrevisto a ex agentes y agentes de la CIA siempre que puedo. También a militares, represores militares o civiles. Todos los que quieran hablar conmigo. No hay problema ético en esto. Mi deber es buscar la verdad y ser honesto. Incluso me presento a ellos como periodista. Que ellos hablen conmigo es a veces sorpresivo. Es parte de mi trabajo periodístico. Nunca dudé de la ética en este aspecto.

– ¿Por qué sostiene que los archivos de la represión ilegal están mejor sistematizados como evidencia legal en Chile que en la Argentina?

– Me refiero a los archivos de los organismos de derechos humanos. No los de los represores. El archivo de la Vicaria de la Solidaridad de Chile es lejos el mejor sistematizado y completo que yo he encontrado en América Latina. Trabajé en archivos en Guatemala, Salvador, Colombia, Brasil, Argentina, Chile y Uruguay. Revisé muchos de esos archivos. Me refiero solamente a la organización de los documentos. En la Vicaria de Chile, la información se organizó como si fuera casi una agencia de inteligencia, protegiendo las fuentes y a las personas que denunciaban los crímenes de la dictadura. Por ejemplo,compartimentando los informes. Recibí mucha información en el mismo momento de los crímenes de la dictadura chilena y nunca se filtró una fuente.

– Usted cita en el libro que el cálculo actualizado del informe de la CONADEP sobre desapariciones y muertes durante la dictadura fue de 9164 personas pero organismos de derechos humanos mantienen la cifra de 30 mil. ¿Qué le aconseja a los investigadores argentinos sobre este debate y la búsqueda de la verdad?

– En cuanto al número de desaparecidos. Yo me limito a hablar de cifras que se pueden sostener con hechos y pruebas. La cifra de 30 mil carece de todo fundamento. Es un estimado, una proyección hecha en un momento histórico. Entonces, hablan de un número político o simbólico. Pero no sale de una lista o de las denuncias con nombre y apellido y fecha de detención. Esa cifra de personas desaparecidas es más o menos de 9 mil personas en Argentina y todos los casos se sostienen con información. Puedo decir que esta cifra es sólida y fidedigna. Me limito a hablar del número de lista actualizada de la CONADEP. La de los 30 mil no lo voy utilizar porque no se sostiene en nada.

– Desde el gobierno de Trump, una parte del periodismo de Estados Unidos abandonó su tradicional posición neutral y se creó empezó a apoyar a determinados políticos como Fox News. ¿Existe también una grieta en el periodismo de los Estados Unidos?

– Hay una grieta en el periodismo en EE.UU. Nunca ha sido neutral, sino basado en hechos y sin perjuicios políticos. Es la escuela que sigo yo. Pero en los últimos años, especialmente, con Trump, el periodismo ha sido objeto de ataques que han venido tanto de la izquierda como de la derecha. El periodismo del New York Times, The Washington Post, PBS o la radio pública de Estados Unidos hacen el mejor nivel del periodismo en EE.UU. Pero los ha convertido en blanco especialmente de la derecha. Pero antes eran por gente de la izquierda de EE.UU. que los acusan a los medios establecidos de haber recibido fondos de corporaciones o estar demasiados ligados a las fuentes del gobierno. Creo que el periodismo con esos parámetros. No hay periodismo importante de izquierda o de derecha. El Fox News tiene periodistas más o menos honestos pero tiene presentadores de derecha o extrema derecha. Esto no significa que los periodistas sean totalmente sesgados. Pero el público no distingue entre los periodistas y los presentadores que son políticos y comprometidos con el gobierno de Trump o con Trump personalmente.

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