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Transición energética ya, pero con Messi en la cancha

La transición energética hacia la descarbonización tiene como inminente hito la Conferencia de las Partes de la Convención de la ONU sobre Cambio Climático (COP26) de Glasgow, Escocia, a fin de mes. Esta agenda tiene una dimensión ambiental, consecuencias productivas y una enorme significancia geopolítica, en línea con la alarmante evidencia empírica reflejada en el 6° Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos (IPCC).

Argentina está inserta en la discusión a nivel regional. Recientemente lideró la Cumbre de las Américas, auspiciada por Estados Unidos, cuyo presidente Biden promueve un Compromiso Global del Metano y fomenta una acción climática más decidida. Este evento representó, para nuestra diplomacia, la oportunidad de articular un diálogo Hemisférico, mostrar proactividad y protagonismo y fijar una posición común con México y Colombia (más Brasil o sus estados).

Nuestro país ha anunciado que revisará la 2° Contribución Determinada a nivel Nacional (NDC), cuya meta actual es no exceder la emisión neta de 359 MMtCO2eq. para 2030 –el sector Energía aporta el 53% del total. ¡Se trata de un compromiso por demás ambicioso!, pues implica que Argentina emita 25,7% menos gases de efecto Invernadero que en la propuesta realizada en 2016, que ya era un objetivo muy alto. Ello, siendo que nuestra nación solo contribuye con menos del 1% de las emisiones globales (y América Latina con -10%) y el vector energético representa la mitad de ese porcentaje.

En tanto, las “responsabilidades comunes pero diferenciadas” implican que la participación actual de cada Estado y la acumulación histórica de CO2 interpelan a las grandes potencias, cuyo aporte a la huella de carbono global es mayor. ¿Desafíos? Aumentar el financiamiento y calificar de “bienes comunes globales” a patentes de CyT.

Escena 1: Mundial Alemania 2006, cuartos de final: Messi se queda en el banco de suplentes por decisión del DT Pekerman. Argentina pierde por penales.

Matriz gasificada. La matriz primaria argentina está dominada en un 87% por combustibles fósiles, y el 59% es gas natural que proviene de varias cuencas productivas con una creciente participación de las reservas no convencionales de la formación Vaca Muerta. ¿Qué potencialidad tiene esa roca madre? Se estiman recursos de shale gas por 308 Tcf (segunda reserva mundial), ¡que alcanzan para 200 años de nuestra demanda!

Un informe reciente anunció que es el play de petróleo y gas no convencional que más está creciendo en el mundo: la producción no convencional creció hasta 174.000 barriles diarios en septiembre 2021. En la matriz eléctrica más del 60% se genera con gas natural y en ciclos combinados eficientes. Y las fuentes renovables han alcanzado el récord del 14,2% de generación con un pico de demanda eléctrica abastecido en un 29% por aquéllas (67,6% eólica y 21,7% fotovoltaica). Es una foto divergente vis-à-vis la matriz mundial, caracterizada por un 29% de carbón (aquí -1%) y solo 23% de gas.

Así, el gas configura el vector de la transición energética por ser menos contaminante que el carbón (un ciclo combinado térmico puede tener entre un 40 y 60% menos emisiones que una central a carbón). El desafío es producirlo de manera eficiente y sustentable (reducir emisiones fugitivas de metano), usarlo de complemento flexible de las renovables intermitentes e industrializarlo en petroquímica y transporte (traspaso a GNC y GNL). También abastecer a nuestros vecinos y en un mediano plazo exportarlo a mercados asiáticos vía licuefacción. ¡Para eso debemos desarrollar –y rápido– todo el potencial de Vaca Muerta! I

Esto es invertir fuertemente en una actividad capital intensiva a gran escala y, Plan Gas.Ar mediante, ampliar la infraestructura de evacuación hoy saturada. Ídem con el petróleo, cuya utilidad también está amenazada por la transición, ya que en dos décadas podría dejar de usarse a nivel internacional y quedarnos en el subsuelo.

Escena 2: Eliminatorias 2021, Argentina–Brasil: a los 5 minutos autoridades sanitarias interrumpen para retirar a 3 argentinos, pero Messi se niega a jugar sin el equipo completo. El encuentro se suspende.

En las últimas semanas irrumpió a nivel global una impensada escalada de precios. Europa tuvo que aumentar las importaciones de GNL en un 35% cuando se enfrenta a contratos a futuro (Dutch TTF)… ¡de 30,6 US$/MMBTu!; y el costo de la electricidad dio un salto mayor al 100% anual (+35% en agosto). En EE.UU. el gas natural Henry Hub, históricamente en 2 US$/MMBTu, llegó a 6,31 (máximo en 13 años); y los futuros del petróleo Brent ascendieron a 84 US$/bbl (máximo en 7 años, +20% en 2 meses). Y China tuvo que ralentizar su producción industrial por el costo de la energía y temas logísticos. Suenan alarmas de inflación y freno a la reactivación mundial postCovid.

¿Y Argentina? La electricidad promedia 72 USS/MWh (con picos de +US$ 85) y en gas natural la estacionalidad de la demanda residencial, que se triplica en invierno, lleva a importaciones pues no alcanza la producción ni el transporte. ¿A cuánto compramos? El gasoil a 16 US$ /MMBTu y el GNL (que hemos pagado US$ 3,5 en 2020 y US$ 8 en 2021), para 2022 está en  US$ 18,7/MMBTu. Recordemos: Europa y Asia compiten por GNL a 30 dólares… y nosotros reconocemos US$ 3,5/MMBTu a nuestros productores (también gracias al plan Gas.Ar, que garantiza producción por 4 años pagable en pesos).

Escena 3 (ficción): Mundial Qatar 2022, 1° partido de Argentina. A los 2 minutos la FIFA interrumpe y retira a Messi pues el torneo se jugará ¡sin delanteros! Se justifica, entusiasta, en que darán créditos para el traslado de los suplentes que se sumen…

La buena noticia es que tenemos una matriz de lujo a nivel internacional, con generación hidroeléctrica y nuclear, nula incidencia del carbón, potencialidad única en materia eólica y fotovoltaica. Y contamos con enormes recursos de gas natural: la transición nos ofrece la oportunidad de ser proveedores globales del combustible vehículo de la reducción de GEI (al tiempo que participamos del cambio tecnológico). La clave es comprometernos a partir de nuestras capacidades y puntos de partida, dado que “transición” implica proceso: distintos tiempos, caminos alternativos, modulación de velocidades, etc.

No hay una sola transición, existen diversos modelos. Tenemos que elegir en base a la dotación y potencial de nuestros recursos, no asumir a críticamente el reemplazo por tecnologías foráneas que dudosamente nos lleven al desarrollo sustentable. Seamos inteligentes, concentrémonos en la estructura productiva, el sistema de ciencia y técnica, los clusters industriales y tecnológicos, las pymes proveedoras en la cadena de valor, las universidades nacionales, el capital humano estatal, empresas dinámicas y proyectos innovadores (IMPSA, INVAP, Y-Tec, ARSAT, pequeños reactores nucleares), articulación público-privada en el Consorcio H2ar para I+D en la cadena del hidrógeno, amoníaco, baterías de litio, etc.

¿Cómo garantizamos energía a una población atravesada por alarmantes índices de pobreza e indigencia? El ODS #7 tiene metas de 1) energía accesible, 2) no contaminante y 3) eficiente. Hoy el discurso global se enfoca en el 2° aspecto: cero emisiones netas de carbono para 2050, vía fuentes menos contaminantes y técnicas de captura y almacenamiento. ¡Enhorabuena! Es urgente tomar acciones concretas en pos de la sustentabilidad (ambiental, social y económica) y la eficiencia con políticas tarifarias y promoción del consumo residencial eficiente.

Los programas de mitigación y adaptación son decisivos y la energía juega un papel relevante. Pero antes debemos centrarnos en el 1° ODS: energía asequible, económica, resiliente y confiable; con empresas que inviertan y produzcan, un pueblo que consuma y goce de calidad de vida y vivienda adecuada, una industria con insumos energéticos competitivos, excedentes hidrocarburíferos de exportación 365, ingreso de dólares para importar bienes de capital indispensables en el cambio estructural hacia el desarrollo productivo sostenible.

Escena 4 (anhelo): Mundial Qatar, final, Argentina 3–1 Brasil. Messi mete dos. ¡Campeones como en el ’86!

¿Transición energética? Sí, ya… pero con Messi en la cancha. Con el gas de Vaca Muerta como nuestro Lio transicional, el vehículo de la defensa (fósiles) al ataque (electrificación).

(*) Juan José Carbajales es director del Posgrado en Hidrocarburos, Energía y Sostenibilidad (F. Derecho UBA). Fue subsecretario de Hidrocarburos de la Nación (2019/2020).

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