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Consumo y precios, en la olla a presión del congelamiento

El congelamiento de precios que impuso el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, introduce nuevas distorsiones en el consumo masivo. Como es habitual con este tipo de medidas, el Gobierno refuerza los controles en los grandes supermercados, que representan apenas el 31% de las ventas de artículos básicos. El resto se distribuye en autoservicios, almacenes y tiendas barriales, queestán recibiendo listas con subas por arriba de los topes máximos”, advierte Damián Di Pace, director de la consultora Focus Market.

Estos son algunos indicios sobre lo que puede ocurrir con el plan que impuso Feletti, que consiste en el congelamiento por 90 días para una canasta de 1.432 productos, cuyos precios deben retrotraerse al 1° de octubre. Este viernes, el funcionario reconoció que “se está implementando bien en las grandes cadenas” y que esto “va forzando el ordenamiento en el resto de las comercializaciones minoristas”. Las consultoras ven muy difícil que ocurra.

En una primera evaluación, Gustavo Mallo, director de la consultora Scanntech, sostuvo que la medida volcará público hacia supermercados, pero también producirá un encarecimiento del autoservicio, los almacenes y despensas, “al no tener los precios oficiales ni las dinámicas promocionales que tienen las grandes cadenas”. No es algo nuevo. Una encuesta reciente de Kantar reveló que el 86% de los argentinos les presta más atención a los precios y a las ofertas, afectados por la caída de sus ingresos y la escalada inflacionaria.

Eso no implica, aclara el consultor especializado en consumo Guillermo Oliveto, que el congelamiento (“un Precios Cuidados duplicado”, según la definición de Feletti) favorezca a los supermercados frente a un consumidor que busca hacer rendir al máximo sus ingresos. “La gente distingue dónde hay precios controlados y dónde están los precios reales. Pero la medida recorta márgenes a las cadenas. Ganan en volumen, pero no ganan más dinero”, explicó.

“Está pasando lo que se presumía. En el 70% de los puntos de venta reciben listas con precios por encima del programa oficial. Cuando bajás los precios, sube la demanda, pero sucede a la inversa en el eslabón más débil de la cadena, que son los autoservicios, las despensas, los almacenes y quioscos”, completa Di Pace.

Como contrapartida, consolida las dispersiones de precios en un mercado clave para la economía. Esto viene de lejos y nunca logró evitar la suba del costo de vida. “Con programas de precios, entre 2012 y 2020 la inflación fue de 1.438%”, recuerda Oliveto.

El congelamiento de precios les mete presión a las ollas de los 14.500 fabricantes de alimentos y productos básicos, a las cadenas y distribuidores de todo el país. Un universo fragmentado y muy difícil de controlar. También las tiendas mayoristas tienen dificultades para cumplir con la resolución de precios máximos. “Cerca de 400 productos de los 1.432 de la lista, el canal no los trabaja. Y del resto, hay 260 con los que tenemos problemas de márgenes graves y no los podemos reponer”, dicen.

Javier González, analista de Nielsen, remarca otros aspectos sobre la flamante normativa. Al igual que otros, prevé una mayor concentración de tráfico y ventas en las cadenas, pero destaca que es “un error creer que la medida favorece a los sectores de menores ingresos, que acostumbran a realizar sus compras en el almacén de barrio”. En este sentido, añade que el congelamiento de precios impacta solo en los grandes supermercados, cuya clientela es clase media y media baja. “La solución de fondo -concluyó- es la reactivación económica”.

Según datos de Nielsen, los supermercados concentran el 31% de las ventas de productos masivos. El resto se lo reparten autoservicios (19%), almacenes (32%), quioscos (14%), perfumerías y farmacias (4%). En los primeros 9 meses del año, dice Oliveto, el mercado de consumo masivo cayó 4%. “Pero en el acumulado, las ventas en los súper suben 2% y en los autoservicios caen 10%. No es normal”, señala. Con el congelamiento, los especialistas prevén una agudización de las distorsiones.

Más allá de la cruzada del Gobierno por nacionalizar los controles, en el sector explican que en la Argentina hay alrededor de 200.000 comercios en sus diferentes formatos, de los cuales apenas 2.734 pertenecen a las grandes cadenas, según datos de Nielsen. Entre ellas las principales, como Carrefour, Cencosud (Jumbo, Disco y Vea), Coto, Changomas (ex Walmart), Dia y La Anónima.

El control sobre los productores y los distribuidores también resulta complejo, por su lógica de funcionamiento. Un experto explica “que un producto y la lista oficial de precios se pierden a lo largo de toda la cadena”. La distribución directa ocurre en muy pocos casos. “En el 90% de los casos, intervienen distribuidores y mayoristas y la lista de precios no se cumple”, dijo a Clarín. Y agrega que por tal motivo, algunos proveedores compensan con los negocios chicos y cadenas regionales la pérdida de rentabilidad por el congelamiento.

Para muchos, también es previsible que los fabricantes lancen al mercado “nuevos” artículos (presentaciones, peso y cantidad) para zafar de los controles. La resolución de Feletti alcanza a 1.432 productos específicos, identificados por sus marcas. Algo de eso ocurrió con el congelamiento de precios que decretó el presidente, Alberto Fernández, el año pasado, al inicio de la cuarentena.

“Se impuso en marzo y por 3 meses, pero se fue renovando cada dos. En líneas generales, los fabricantes lo respetaron hasta el mes de octubre. Desde ese mes y hasta febrero se lanzaron más de 1.000 nuevos productos, con distinto gramaje, colores o presentaciones, para subir los precios”, ilustra un ejecutivo.

Así es como aparecieron casos como un paquete de galletitas que contenía una menos que lo habitual. Un endulzante pasó de tener 30 a 25 gramos. También proliferaron artículos de perfumería con “nuevos” dibujos, colores y estéticas. Y en la categoría lácteos, se recuerdan relanzamientos masivos de yogures. “¿Si puede volver a ocurrir? Seguro, si la gimnasia está”, grafican en la industria.

Otra fuente recordó la salida de una bolsa de snacks “que tenía más aire que productos”.

El GPS de los consumidores

El congelamiento de precios por 90 días dispuesto por el actual secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, es un nuevo intento por frenar la escalada inflacionaria. El propio funcionario proclamó que “es una medida provisoria”, que abarca a una canasta alimentaria de 1.432 productos, cuyos precios deben retrotraerse al 1° de octubre y que estarán vigentes hasta el próximo 7 de enero.

Todo en un contexto de alzas constantes y a dos semanas de las elecciones legislativas. El Indec reveló que en setiembre, la inflación subió 3,5% (52,5% en los últimos 12 meses), que contrasta con el 2,5% de agosto. Pero en el último año, los precios de los alimentos básicos aumentaron hasta 25 puntos porcentuales por encima de la inflación promedio y unos 20 puntos por encima de los salarios formales y las jubilaciones.

La eficacia de la medida impuesta por Feletti está en duda ya que el consultor Damián Di Pace, de Focus Market, contabiliza a la fecha 18 programas de controles de precios, entre ellos Precios Cuidados, Súper Cerca, acuerdos por cortes de carne y lácteos, alquileres, tarifas y el dólar oficial. “El congelamiento de precios sería el 19°”, dijo con ironía.

En líneas generales, los programas de controles de precios aplican en las grandes cadenas de supermercados. En la jerga, al sector se lo conoce como el “canal moderno”, para diferenciarlo del “canal tradicional”, una etiqueta que abarca a los autoservicios, almacenes, tiendas, ferias de barrio y hasta quioscos.

Se trata de un universo muy fragmentado y que en la Argentina concentra el 69% del consumo masivo. Es decir que venden 7 de cada 10 productos básicos (alimentos, bebidas, higiene y limpieza).

Según la consultora Nielsen, los supermercados tienen el 31% del negocio del consumo masivo, un nivel muy por debajo de otros países de la región, como Chile (71%), México (65%), Brasil (54%), Uruguay (38%), Perú (36%) y Colombia (35%). Paraguay es el único que está por debajo de la Argentina, pero “eso tiene que ver con el desarrollo que tienen las cadenas en cada país”, dice Javier González, de Nielsen.

Visto estos números, los esfuerzos por controlar las remarcaciones de precios en los grandes supermercados parecen insuficientes para enfriar la escalada inflacionaria. Los entendidos, además, expresan que el programa de “precios congelados”, que duplicará en cantidad de productos a la canasta de “Precios Cuidados”, profundiza los nuevos hábitos de conducta de los consumidores, cuya prioridad es resguardarse frente a la pérdida de poder adquisitivo.

Los resultados de una encuesta reciente de la consultora Kantar ilustran al respecto. El 90% de los consultados dijo que la pandemia afectó o afectará su economía. Y el 87% considera que sus ingresos tendrán un impacto negativo. “En este contexto -dice el estudio-, los consumidores están prestando más atención a los precios y a los productos en promoción y solo 4 de cada 10 es leal a las marcas”.

Según Kantar, para el 86% de los argentinos, un producto barato es prioritario a la hora de realizar compras. “No sólo cambió la forma de comprar sino que también cobran relevancia las compras locales y la búsqueda de mejores precios”, agrega el informe. En el actual proceso recesivo, con los salarios yendo por detrás de la inflación, “los consumidores descubrieron nuevas marcas y nuevas tiendas online, que seguirán comprando incluso en la pospandemia”.

Algo de eso refleja el último informe elaborado por Scanntech. La consultora releva en forma constante lo que ocurre en autoservicios y pequeñas cadenas de supermercados independientes. Hasta la tercera semana de octubre, esos canales registraban una caída acumulada en el año de 8,6% en volumen. “En términos de cantidad de tickets (o personas comprando) se ve una variación positiva en las últimas 30 semanas”, dice Gustavo Mallo, su director.

El especialista agrega que “eso habla de la importancia del canal de cercanía, aun habiendo perdido algo frente a las grandes superficies”. El ticket promedio en la semana 43 fue de $675 (consumo masivo, productos empaquetados) y creció un 38% frente a la misma semana del año anterior. Esto ocurre, dice Mallo, porque los precios promedio subieron en forma interanual 46%, casi 6% por debajo de la inflación acumulada.

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