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Eleonora Wexler cuenta cómo fue ser madre de una nena trans

“Yo nena, yo princesa”, le dijo Luana a sus padres para dejarles en claro cómo se percibía a pesar de que ellos la trataban -y la habían anotado- como varón. Esa expresión de deseo se convirtió primero en el nombre del libro autobiográfico que escribió Gabriela Mansilla.

Y también es el título de la película homónima de Federico Palazzo que se estrena este jueves y que cuenta la historia de una madre y su hija trans, la de esa niña que en 2013 se convirtió en la primera del mundo en recibir un DNI para una nena trans de 6 años.

Eleonora Wexler (47 años) encarna a Mansilla y habla de este proyecto que, además de conmoverla, supone el primer protagónico de una niña trans –Isabela G.C., su nombre- en una producción audiovisual.

“Generamos un vínculo muy cercano. De hecho, seguimos escribiéndonos. Es luminosa, es brillante. No es actriz y era su primera vez. Y yo creo que ella entendía del compromiso que significaba para ella contar esta historia. Fue lo más lindo del proyecto”, cuenta .

En la película, Wexler compone a la madre de Luana.

Además de Wexler e Isabela, completan el reparto del filme muchas figuras. Juan Palomino es el padre progenitor de Luana -quien no aceptó la elección de su hija y se fue de la casa– y Paola Barrientos como Valeria Paván, psicóloga que hoy preside la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).

También se destacan las actuaciones de Valentina Bassi como una médica amiga de Gabriela que la apoya en todo momento, y María Onetto como una terapeuta ortodoxa que no cree en la elección infantil de género.

-¿Cómo te llega la película y qué te atrajo de lo que cuenta?

-Yo no conocía la historia de Luana ni había leído el libro de Gabriela Mansilla. Me llega de la mano de Federico Palazzo, que hizo esta versión cinematográfica basada en hechos reales. Cuando la leí me conmovió, me pareció que era necesario contarla. Me parecía que iba más allá de un guión: era dejar un legado, dejar algo sobre lo cual no se sabe mucho, sobre lo cual hay un mundo a descubrir.

“Su historia de amor, de lucha, de valor, de coraje. En fin, de una madre que supo luchar y acompañar a su hija. Bueno, me parecía que tenía muchos condimentos interesantes y mucho compromiso social”, explica Wexler.

En primera persona

Luana tiene hoy 14 años. Y tanto ella, su hermano mellizo Elías y su mamá tienen cameos en la película. Mansilla, además, siguió de cerca todo el proceso de filmación. “Gabriela estuvo todos los días en la filmación, que duró cinco semanas y fue en plena pandemia, cuando estaba todo estallado de nuevo”, cuenta la actriz.

Gabriela Mansilla con sus mellizos en 2013. Luana y Elías hoy tienen 14 años. Foto: Lucía Merle.

“Federico me llevó a conocer a Gabriela a Merlo, donde siguen viviendo. Pensé que iba a estar un rato charlando con ella y al final me quedé cuatro horas. Estaba Luana, estaba Elías, después vino la mamá de Gabriela, el hermano. Ella abrió su casa, me abrió su corazón”, agrega la protagonista de Yo nena, yo princesa.

-¿Cuánto conocías del tema?

-No mucho. En realidad conocía lo que creo que conocemos un poco todos. Una de las preguntas que uno se hace ahora es qué pasaría si yo tuviera un niño o una niña trans. Porque de afuera todo parece fácil. Y es todo tanto más complejo, como se ve en la película: la educación, la medicina, la identidad, el pertenecer a un espacio dentro de la sociedad, porque, si no, quedás afuera.

“Está el tema del bullying, de qué tipo de trabajo podés llegar a realizar, la adolescencia compleja donde tu cuerpo cambia, pero vos por dentro te sentís otra persona…”. Reflexiones de Wexler, en la previa al estreno.

Una historia ATP para que llegue a todos

Wexler, actriz con un oficio de casi cuarenta años y un largo prontuario en teatro, cine y televisión, asegura que el libro que escribió Mansilla es mucho más duro que lo que se ve en la película. Y que Palazzo la pensó como una historia apta para todo público, para que el mensaje pueda llegarles a todos.

“Fijate que no hay puteadas en la película. No hay niveles de agresión, no hay violencia. Va por otro lado, va por otro canal. La decisión de Federico fue contarla de esa manera para que tenga una mayor visibilidad para niños, adolescentes, adultos, que se pueda presentar en diferentes lugares y que todo tipo de público pueda tener acceso y conocimiento”, comparte.

Gabriela, Luana y su hermano hacen cameos (participan de sí mismos) en la película.

-Hay algo que subyace en la película y es que los chicos tienen todo más naturalizado y asumido que los adultos. ¿Coincidís con ese diagnóstico?

-Sin duda. Me sucede con mi hija, que tiene 17. Hay algo que tiene que ver con la sexualidad y de la aceptación de género que no debaten. Miranda viene y no me plantea: ‘Che, tal tiene novia’. Su generación tiene algo mucho más naturalizado. Creo que siempre los niños están mucho más avanzados que los adultos.

-¿Te cambió la cabeza la película?

-Sí. Te abre la cabeza. Porque te atraviesa la historia, te atraviesa todo un mundo que vas descubriendo y entendiendo cada vez más. Es un mundo a explorar, profundo. Fede quiso contar muy puntillosamente todo lo que fue el trayecto. Yo le decía a ella (Gabriela) en el rodaje: cuánto coraje, cuánto valor y cuánta entrega hasta dar con la tecla, encontrar qué es lo que sucedía y poder acompañarla.

-¿Pensás que la película puede generar algún cambio de mentalidad en torno a la niñez transgénero?

-Sí, claro que sí. Es una película muy clara, muy transparente. No es una película trash. Es muy claro el cuento. Fue una elección para que llegara a todas las edades. Creo que puede llegar a pasarse en un colegio y entendiendo de qué va.

Después del Covid, muchos proyectos

Eleonora cuenta que, durante la pandemia, aprovechó para hacer cursos, retomar clases de yoga y conectarse con su casa, su hija y consigo misma. Con la reactivación de los rodajes, volvió con todo.

Antes de “Yo nena, yo princesa”, que se realizó en pandemia, Wexler filmó otras tres películas. Foto Juano Tesone.

Además de protagonizar Yo nena, yo princesa, filmó otras tres películas, está por empezar una serie, y en enero y febrero de 2022 vuelve a hacer teatro con Teoría King Kong, monólogos feministas en el Teatro Cervantes.

“Hice una que se llama Ariel, una coproducción con Canadá que se filmó en Uruguay y que, en principio, se va a estrenar en Toronto el año que viene”, cuenta. “Luego me vine a filmar a Mar del Plata la película Algo incorrecto, que la dirige Susana Nieri”, enumera.

“Es un historia real sobre Edmundo O’Neill, un juez camarista abusador, al que lo termina denunciando la hija porque abusaba de las amigas de la hija cuando eran chiquitas. Es una historia heavy, de denuncia y de Justicia también”, añade.

“En Mendoza filmé Historias invisibles, que es sobre trata de personas. Se podría llegar a lo que fue el caso Marita Verón con Susana Trimarco. El director Guillermo Navarro quiso tratar de abarcar un poquito más, tratar de contarte que la trata está mucho más cerca de lo que todos se imaginan”, continúa. 

Por último, adelanta que está por empezar a trabajar en una serie con una temática un poco más liviana. “Se llama Sin etiqueta, la produce StoryLab; la dirige Diego Palacio y la producen Nacho Viale con Palacio. Y es para plataforma de streaming. Son ocho capítulos”.

-¿Cómo ves al sector? Si bien se está reactivando, ya venía atravesando un proceso de crisis antes de la pandemia.

-Sí, claramente. Te puedo decir que el teatro está repuntando y me fascina. Fui a ver un par de cosas y están todos los teatros llenos. Eso me da una alegría inmensa. El sector audiovisual empezó a movilizarse. Pero creo que hay cosas que tienen que modificarse. Sobre todo en el INCAA y en nuestro cine.

-¿Qué cosas?

-Es complejo, porque se viene arrastrando una crisis de años. El tema de la distribución, los grandes tanques… hay algo de la industria del cine que no termina de pisar fuerte. Lo mismo con la televisión de aire. Ahora hay dos programas. Entonces hay algo de replanteo de qué está pasando, qué hacemos con los contenidos y con la televisión de aire para que no desaparezca. Es un sello nuestro.

Entiende que “hay que aggiornarse, porque tenemos un montón de plataformas. Hay que levantar la vara y hacer proyectos diferentes con ideas y jugársela”.

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