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Clarín en El Bolsón: volvió la calma, pero creen que seguirán los ataques de grupos mapuches

Ahora se siente de nuevo el pueblo manso que supo ser, el municipio no nuclear, la aldea hippie: autos van y vienen por la avenida Sarmiento, los colegiales caminan entre risas, un hombre pasa a caballo, una mujer con remera no le teme a los últimos fríos de octubre. Pero El Bolsón está de nuevo en alerta. La secuencia de incendios y de ataques contra destacamentos de bomberos, casas e instituciones públicas se detuvo apenas y nadie duda de que tarde o temprano volverán.

El discurso se repite en boca de los jóvenes, de los viejos, de los funcionarios públicos, de los nacidos y criados y también, sobre todo, de los cientos de descendientes de mapuches que habitan pacíficamente la zona, desde siempre. Parece haber un consenso: el Gobierno nacional, dicen, no puede seguir siendo indiferente con este tema. Le apuntan directamente a Alberto Fernández por su inercia y comprenden la desesperación de Arabela Carreras, la gobernadora solitaria de Río Negro, que por pedir ayuda terminó demonizada por los adláteres del oficialismo.

En la Comarca Andina del Paralelo 42, como se conoce a esta zona, se instaló de manera definitiva la idea crucial: ¿son o no son mapuches los que cometen los atentados incendiarios? Los hechos se enlazan, de algún modo, con la toma de tierras que se mantiene latente en la zona de Cuesta del Ternero, a 20 kilómetros, sobre un área de bosque quemado.

Así quedó el Club Andino Piltriquitrón, incendiado por grupos mapuches en El Bolsón.

Allí, una agrupación de familias, con mujeres y niños, lideradas por Romina Jones Huala, la hermana de Facundo, el lonko preso en Chile​, resiste sobre tierras de una sociedad forestal. Son más de veinte o de treinta, quizás. Algunos ocupan un campamento, otros, al parecer, se refugian en la montaña, en el interior de una quebrada. Los rodea la policía de Río Negro, agentes vestidos para la guerra, de verde militar, con pasamontañas y armas, y policías que parecen urbanos y sufren el frío al igual que los usurpadores.

Se decía que la agrupación de Cuesta del Ternero está intervenida por activistas provenientes de otros lugares, que nada tienen que ver con el reclamo mapuche. No se ve a simple vista. Son los comentarios de la gente del lugar. Ellos, encapuchados, se defienden, tajantes: dicen que no tienen nada que ver con los ataques de fuego, que son víctimas, acusan a este equipo de enviados de trabajar para el poder. No aceptan por ahora preguntas. La posibilidad de un diálogo, de una entrevista, se vuelve frágil y delicada.

La toma de Cuesta del Ternero, a 20 kilómetros de El Bolsón.

Pero los hechos concretos se ven. Un comunicado de la RAM, la Resistencia Ancestral Mapuche, se adjudicó este viernes los ataques contra maquinaria vial en Bariloche, ocurridos días atrás. En ese mismo comunicado, la organización manifestó solidaridad con la toma de “la comunidad Quemquemtru” en Cuesta del Ternero.

El otro ataque, el más notorio, el que dejó convertido en cenizas la sede del Club Andino Piltriquitrón, todavía no se lo adjudicó nadie. Pero es un herida para toda la comunidad. Los terroristas golpearon en el corazón de una institución social, con 400 socios que pagan una cuota simbólica de 75 pesos por mes. No tienen de ninguna manera el dinero para reconstruir nada. “¿Por qué contra ustedes?”, le preguntó Clarín a Federico Sylvester, un montañero que llegó de Rosario para vivir al pie de los cerros.

Federico Sylvester, del Club Andino Piltriquitrón, dice que el incendio fue “por daño, para dar un mensaje fuerte”.

Solo por daño, para dar un mensaje fuerte. No sé quiénes son, pero es una injusticia. No quiero politizar el tema. Solo siento que nos lastimaron. Nosotros somos solidarios con todos. No peleamos con nadie. Este club es un lugar para todos los que aman y quieren cuidar la naturaleza. Es difícil entender por qué nos atacaron”, se lamenta. Cierra: “La gobernadora dijo que nos iba a ayudar con fondos para la reconstrucción”.

La llegada de los gendarmes

Este viernes arribaron a la ciudad los primeros gendarmes enviados por el Gobierno Nacional. No significa, por ahora, más que una foto. Los que conocen la zona, como Cacho Romera, el ex intendente, dicen que no hay razones para el despliegue militar. Explica que con voluntad política “esto se resuelve”. Camina junto a Clarín por delante de la misma parroquia que hace un año fue tomada por activistas mapuches en reclamo de libertad de los presos políticos de Chile.

Llegada de la Gendarmeria Nacional para patrullar las calles luego de el Incendio de la sede del Club Andino Piltriquitrón. Foto Noticias del Bolsón

“Acá todos saben quiénes son. Son 20. Son los mismos de siempre. Se resuelve fácil. Pero nadie toma ninguna decisión y no sabemos por qué”. En el mapa imaginario que traza Romera con sus palabras hay tres focos claros: Villa Mascardi, la toma que está por cumplir 4 años; los campos de Benetton, actualmente escenario de tres tomas activas; y El Bolsón, la nueva zona caliente.

El destacamento policial que está a 200 metros de la zona de la toma de Cuesta del Ternero.

“En los tres lugares están las mismas personas. No hay discusión sobre eso. Estos Huala están aquí y allá. Para nosotros es historia conocida. Pero no se entiende por qué desde el Gobierno nacional los protegen”, describe y hay lugar para un pregunta final: ¿Hay grieta sobre este tema en El Bolsón? “Poca, la gente está cansada y están todos de acuerdo. Si no se resuelve pronto, lo van a resolver los mismos vecinos”.

El Bolsón. Enviado especial

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