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Vino inglés y suero de queso, el original combustible del Aston Martin de 1970 de Carlos de Inglaterra

Por María Porcel. El heredero británico afirma en la BBC que ha cambiado su dieta y que ha colocado calefacción sostenible en sus palacios, y que comprende a movimientos como Extinction Rebellion aunque no comparte su forma de actuar .

Siempre se ha mostrado defensor del cuidado del medio ambiente (Foto: REUTERS)

Que el príncipe Carlos es un convencido defensor del medio ambiente no es ninguna noticia. Aunque su estilo de vida (con ciertos vuelos en contaminantes jets privados, por ejemplo) no siempre es ejemplar, él intenta aproximarse cada vez más a un ideal ecologista, con pocas emisiones, evitando dejar huella de carbono o consumiendo alimentos de proximidad. Hace años que aplica esa forma de vivir a sí mismo y sus residencias, en especial a Highgrove, su favorita, donde ha plantado, por ejemplo, distintos tipos de manzanas autóctonas, convirtiendo su huerto en un “banco genético”. Sin embargo, durante los últimos tiempos su conciencia y su forma de actuar han ido al alza.

Ahora, ha sido él mismo quien ha desvelado aún más información acerca de su compromiso con el medio ambiente en una entrevista (algo poco común por parte del heredero británico) para la BBC, al hilo de la próxima cumbre del clima, la COP26, que se celebrará en Glasgow en noviembre con su presencia. En la charla con el responsable de medio ambiente de la cadena pública, Justin Rowlatt, el primogénito de Isabel II de Inglaterra ha contado cómo ha modificado su dieta o sus casas para acercarse más al ideal de sostenibilidad. Pero una de las cuestiones más sorprendentes es que también ha cambiado su forma de desplazarse. El príncipe, de 73 años, asegura que aunque en ocasiones los ha utilizado, “no todo se puede hacer con coches eléctricos”, reconoce, y explica, en una sorprendente conexión con la realidad, que “no son baratos”, además de mostrarse preocupado por la difícil obtención de los materiales para sus baterías y su posterior reciclaje.

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Por esos motivos, él ha decidido reconvertir su Aston Martin de 1970 en un coche alimentado en gran parte con combustibles de origen natural, en concreto con vino y queso. “Mi viejo Aston Martin, que tengo desde hace 51 años, funciona, ¿puedes creerlo?, gracias a excedentes de vino blanco inglés y de suero de la fabricación del queso”, afirma categórico el príncipe de Gales durante la entrevista. Además de coches sustentados de vino y queso cual buen gourmet, el heredero también ha explicado que su propia alimentación es distinta en los últimos años, y que no come carne ni pescado dos veces por semana, y que uno de cada siete días evita los lácteos. “Es una forma de hacerlo. Si tú lo haces, si más gente lo hacemos, se reduciría muchísimo la presión”, afirma. El periodista le replica sobre otros hábitos: “Se necesita mucho combustible para calentar un palacio…” “Pero durante un largo tiempo he intentado que la calefacción sea de la forma más sostenible posible”, replica él. Así que he puesto calderas de biomasa [en Balmoral], y paneles solares en Clarence House [el palacio de Londres] y en Highgrove, en algunos edificios”, además de una turbina hidroeléctrica en el cercano río Birkhall.

MAASTRICHT, NETHERLANDS – JANUARY 15, 2016: Grand tourer coupe Aston Martin DB5, 1964. Black and white. International Exhibition InterClassics & Topmobiel 2016Por: Sergey Kohl | Sergey Kohl – stock.adobe.com

Para el príncipe resultan comprensibles las protestas llevadas a cabo por grupos como Extinction Rebellion, que llena las calles con llamativas puestas en escenas y acciones rebeldes (manifestaciones, cortes de suministros y llamadas a la desobediencia civil) o Insulate Britain, que bloquea carreteras y puertos. Sin embargo, no comparte su forma de protesta. “Claro que les entiendo, pero lo que hacen no es de gran ayuda, no creo en un modo de hacerlo donde se alinee a las personas. Pero entiendo totalmente la frustración; la dificultad está en cómo diriges esa frustración de un modo que sea más constructivo que destructivo. La gente debería de ser consciente de lo desesperada que está mucha gente joven”. De hecho, afirma simpatizar con Greta Thumberg: “Sí, claro que sí. Toda esta gente joven siente que no pasa nada, así que se frustran. Lo entiendo completamente porque nadie les escucha y ven su futuro totalmente destruido”.

Lo que utiliza el Aston Martin de Carlos de Inglaterra es un combustible llamado E85 (todavía no disponible en surtidores españoles), compuesto en un 15% por gasolina normal, y en 85% —de ahí su nombre— por combustible sintético, no fósil. “El E85 es una gasolina normal en la que un 85% no es gasolina, por tanto, hay un 85% menos que se está quemando”, explica Marcos Baeza, redactor de Motor en EL PAÍS desde hace más de dos décadas, que pese a su experiencia se muestra sorprendido por los ingredientes que conforman la receta. Baeza explica que sí que hay “combustibles de origen sintético, reciclado o vegetal” que se usan para estos casos “como aceites de cocinas usados; o la propia descomposición de la basura, que genera gases”. “La conexión con el queso… entiendo que en el proceso de fermentación es parecido al del alcohol y que algo se puede sacar”, especula. Por ejemplo, en Brasil se utiliza como combustible la caña de azúcar, debido a las inmensas plantaciones de esta planta que hay en el país americano, algo nada viable de hacer en España con cualquier otro material.

Tal y como lleva haciendo años, el príncipe ha aprovechado la entrevista en televisión para realizar una llamada a la acción, al activismo, explicando que de no llevar ese camino “los riesgos son muy grandes”. “Si no se hacen los movimientos correctos será catastrófico; de hecho, empieza a ser catastrófico, porque nada en la naturaleza puede sobrevivir al estrés creado por esta meteorología tan extrema”, afirma. “¿Nuestro Gobierno está haciendo lo suficiente para que todo esto se lleve a cabo?”, le pregunta el entrevistador. “No puedo comentar eso”, ríe el príncipe, cuyo papel institucional no le permite juzgar las decisiones gubernamentales. Pero, aunque no pronuncie palabra, el resto de su discurso y de sus actos ya han dado la respuesta.

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