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¿Qué hora es? 40 años después, todavía hay gente que disca el 113 para escucharla a ella

Como no podía ser de otra manera, Alicia Infante ejerce la puntualidad con fruición y la exige con una sonrisa amable. “De joven no lo era tanto pero después resultó ser una marca registrada en mi persona, un valor agregado por mi atípica labor”, desliza sonriente esta mujer de 66 años, conocida por ser “la voz del 113”, ese timbre metálico que en cualquier momento del día brinda la hora exacta.

Mucha gente, desconociendo los pormenores de la actividad, cree que Alicia va a grabar la hora a un estudio cada día, otros suponen que es un trabajo semanal y están los que creen que pasa maratónicas jornadas repitiendo cada hora, cada minuto y segundo. Se mata de risa esta locutora recibida en el ISER a principios de los ’80 y que con el paso del tiempo se transformó en una reconocida docente en el COSAL, donde hasta 2018 se encargó del área de fonética y locución.

“La cuestión fue que yo grabé la hora oficial en 1978, cuando cursaba el tercer año en el ISER. No cobré un centavo, nada, algo que estuvo estipulado desde el vamos, por lo cual no tenía derecho al pataleo. Pero recién fue en 1981, hace justo cuarenta años, que mi voz empezó a escucharse discando el 113 y hoy, para mi sorpresa, sigue escuchándose. Siento desilusionar a quienes pensaban otra cosa”, hace saber Infante, que durante 35 años trabajó presentando los conciertos de la Banda Sinfónica de la Ciudad.

Alicia Infante, cuando fue presentada en 1981 como la nueva voz del 113. “Es increíble que 40 años después siga permaneciendo”.

Antes de adentrarnos en aquella época luctuosa, en la que paradójicamente Infante vivió su momento bisagra, se le consulta si nunca intentó hacer un reclamo económico por ese trabajo que hizo y que cuatro décadas después permanece vigente.

“Intenté asesorarme con algún abogado, que fue preciso: ‘Dinero no va a haber, porque la propuesta fue clara, sí se podría promover que retiren la grabación con tu voz”, lo que no le hizo mucha gracia. “Debo reconocer que me abrió muchas puertas laborales, me hicieron muchas notas, ya está”.

Repasa en su vasta memoria experiencias como locutora en Radio el Mundo, Continental, Rivadavia, Mitre, siendo la voz que acompañaba a Juan Alberto Badía, Juan Carlos Mateyko y Julio Lagos. “La radio empezó a entusiasmarme primero como oyente y luego como parte del engranaje, al punto que yo estaba convencida de estudiar química, no tenía dudas, hasta que todo cambió cuando me topé con el programa ‘De igual a igual’, que conducía Enrique Mancini, que tenía una locutora genial con una voz grave increíble… Nora Kairuz… Yo quería ser como ella”.

“No me cambió la vida, pero es mi gran anécdota y debo reconocer que me abrió puertas laborales”, afirma Alicia Infante. Foto: Marcelo Carroll

Escuchar a esa locutora la estimuló para anotarse en el ISER en 1976, “sin tener la menor idea de que tenía una buena voz y una adecuada dicción, no era consciente de eso. Fui a probar suerte en el examen de ingreso, bien de caradura lo mío… La primera prueba fue en Radio Nacional y tuve que leer un texto cualquiera, sencillo; la segunda fue un test de cultura general en el propio ISER, en la avenida Paseo Colón, que pasé sin problemas, y el tercer examen consistía en leer nombres de personas extranjeras y un texto más complejo para mostrar más versatilidad”.

Lo llamativo es que Infante fue a buscar el resultado al ISER una mañana que no era cualquiera. “Era el 23 de marzo de 1976, un día antes del golpe de Estado. Yo atravesé la Plaza de Mayo y recuerdo que había tanques en la plaza, algo que si bien me llamó mi atención, mi cabeza estaba puesta en si había entrado o no. Llegué a la puerta del ISER y estaban los nombres de los 40 entre 1.700 candidatos que habían entrado. Y allí me vi, después de mucho buscarme. Estaba contenta pero inquieta por lo que había visto un rato en la plaza, así que me volví volando a mi casa”.

No sólo la voz resultaba cada vez más familiar por entonces, sino que su rostro empezó a llegar a los living familiares. “Ya recibida en el ISER, me presenté en 1979 a un casting para el popular noticiero ’60 minutos’, en Canal 7, y entré… Lo conducía José Gómez Fuentes, acompañado de Fernando Bravo. Yo era una pichi, imaginate, y me mandaban a la calle a hacer notas variopintas. Un programa tristemente célebre porque quedó pegado a la dictadura y a la derrota en la Guerra de Malvinas”.

“Grabé la hora en el estudio musical de Francis Smith, un conocido productor musical, y en una tarde lo resolvimos. El tiempo neto de grabación fue de 3 minutos y medio”. Foto: Marcelo Carroll

De ahí fui convocada por Gerardo Sofovich, en 1981, para el programa “Semana 9”, por Canal 9. “Ese año fue cuando mi voz quedó registrada en el 113 y hubo mucha difusión al respecto, entonces Sofovich me hizo primero una nota y luego me ofreció trabajar como locutora de ese ciclo, que era un magazine, junto a Jorge Rossi, Virginia Hanglin y Teté Coustarot. Entre otras tareas, yo tenía que presentar a Guillermo Nimo, un personaje total y ya hablaba de su perla blanca y perla negra. ¿Sofovich? Un hombre cultísimo, con un manejo televisivo enorme y dueño de un temperamento… que mamma mía“, sonríe.

De estar con Sofovich saltó, en 1983, a un micro gastronómico con Doña Petrona C. de Gandulfo, en la que tenía que presentarla “haciendo el esfuerzo de generar una charla mientras ella cocinaba, algo muy difícil, porque estaba muy concentrada en lo que hacía y ya era una persona mayor. De allí me fui a otro programa de cocina, porque era la época del furor de los microondas, que recién se empezaban a usar, y yo era la presentadora”, repasa aunque aquí la memora asoma borrosa.

Casting de voces y… ¡adentro!

Se remarca su paso por el ISER porque ese instituto de enseñanza radiofónica se transformó en un destino tan casual como azaroso. Cursando su último año en 1978 “llegó gente del Observatorio Naval de la Armada Argentina, de quien dependía la hora oficial -según ordenó en 1923 Marcelo T. de Alvear, entonces presidente y amante de la precisión horaria-, avisándonos que harían un casting de voces. Ya nos había adelantado la directora que vendrían en busca de voces femeninas. Y así fue que nos hicieron pruebas a todas las estudiantes”.

Recuerda Alicia que las pruebas “fueron varias y muchas veces una prueba era reiterada: contar hasta diez y de manera pausada. Nadie sabía nada para qué era exactamente. Lo cierto fue que de las cuarenta quedamos cuatro y finalmente fui la elegida en la úlitima prueba que se hizo en el viejo Canal 11. Según me dijeron, buscaban una voz femenina, clara, precisa, con buena dicción y, especialmente, que fuera uniforme; es decir que yo pudiera sostener el tono en todas las emisiones de voz”.

Hasta entonces, la voz del 113, sistema que empezó a funcionar allá por 1924, tuvo primero la voz de un teniente de navío, aunque la grabación no era nítida y las quejas ante la cantidad de consultas aceleraron una nueva grabación, realizada en 1936, esta vez por una profesional como lo era la reconocida Tita Armengol, hasta que en 1943 la Unión Telefónica seleccionó a una empleada, Iris Guaglianone, cuya grabación duró hasta agosto de 1981, cuando fue reemplazada por la persona que convida otra vuelta de café en su cálido departamento de Caballito.

“Decidieron cambiar el sistema de grabación que pasó de ser fotosonoro a fonomagnético, por lo cual se realizó esa reproducción en un aparato que podría ser similar a un tocadiscos Winco”. Alicia habla con frescura y certeza, como si lo hubiera realizado la semana pasada. “La grabación la hicimos en el estudio de Francis Smith”, autor de la exitosa “De boliche en boliche” y fundador de Los Angeles de Smith, grupo que lideraba su esposa, Sandra Smith.

Una vez recibida, en 1979, Alicia Infante trabajó en muchos radios. Aquí sus comienzos en Radio El Mundo.

“Yo me preguntaba por qué la gente del Observatorio Naval no llamaba a alguna voz importante de la época… Y estuve averiguando y habían tanteado a referentes como Betty Elizalde, Nora Perlé, Nucha Amengual, y entiendo que ellas habrían pasado un presupuesto importante, por lo que fueron al ISER a buscar locutoras que no tuvieran carnet oficial, como era mi caso. Así que nada que protestar, conmigo fueron muy claros, aunque eso no quiera decir que con el tiempo no rezongue por no haber cobrado aunque fuera un básico”.

Cuando se le pregunta cuántos días demoró la grabación, Alicia replica con una pregunta sin respuesta por parte del cronista: “¿Sabés cuánto fue el tiempo neto de grabación? Tres minutos y medio, tres minutos y medio. Porque yo grabé primero las horas, de 0 a 23. Luego los minutos, de 0 a 59 y los segundos, de diez en diez, de cero a cincuenta”. Pero no se grabó de corrido, tuvimos que parar porque se filtraban los ruidos de una escuela que estaba pegadita al estudio de grabación, en Avenida Las Heras”. 

“Cada frase (Por ejemplo ‘8 horas, 40 minutos, 20 segundos’) -continúa minuciosa- por separado las horas, de los minutos y los segundos, insisto, no podía durar más de un segundo y medio. La frase más larga era ‘cincuenta y nueve minutos’ y debía estar muy concentrada, aunque parezca algo sencillo…. Una vez concluido el trabajo, esa cinta se mandó a Alemania, a Siemens, que fue la empresa que lo editó y unificó las horas con los minutos y segundos”.

Entre que realizó la grabación y hasta que su voz quedó plasmada en el 113 pasaron tres años. “Yo ya me había olvidado del asunto, me había recibido como locutora y estaba trabajando bien, fuerte, en diferentes emisoras, además de ser la voz del Aeroparque Jorge Newbery con la llegada y la salida de los vuelos. Hasta que un día de 1981 me llamaron del Observatorio Naval informándome que se haría un acto oficial para poner el nuevo sistema del 113 y yo sería presentada ante la prensa como la titular de esa voz. Y fue tal cual: durante una semana fui la persona más famosa del país, con notas en todos lados”, comenta con alegría. 

Mantiene la sonrisa Alicia por los recuerdos que sobrevienen al repasar aquella aventura inolvidable. “Haberlo hecho, como dije, no me dio un centavo, tampoco me lo reprochaba, eh, no era como esta época sin trabajo… Sí diría que esa vivencia fue un hecho anecdótico que me sirvió mucho, porque además de ratificar mi verdadera vocación, es un hecho que sigue vigente, perdura y siempre aparece algo ligado a aquello, como pasa con esta nota. No deja de ser un trabajo particular, atípico y único”.

Entre aquellos viejos tiempos y estos, Infante, que tiene dos hijos, no lo duda: “Yo me recibí de locutora y al otro día tenía trabajo, y si buscaba más trabajos los conseguía… Esta época es tristísima, y te lo digo como profesora que ejercí durante catorce años en el COSAL y era testigo de cómo les costaba a los graduados insertarse en el campo laboral”.

Confiesa que cada tanto, en fechas especiales como Navidad y Año Nuevo, disca el 113 y revela que no se reconoce en aquel timbre. “Hoy mi voz, con la edad, es mucho más grave, aunque sí me es familiar una cierta tensión que tiene la voz, porque tengo patente-patente lo exigente que fue la grabación, en la que debía ser precisa y puntillosa”.

“Con la efervescencia del teléfono celular, la gente casi no llama al 113. Creo que no hay estadísticas de los llamados que se producen por día. Es medio vintage ya y yo ya me convertí en un clásico”, define Alicia, que volvió a grabar la hora en 2019, “cuando me convocaron para la publicidad de los triangulitos Adler y me resultó movilizante. La filosofía del aviso era que a cualquier hora siempre un quesito es bienvenido. Y yo ya estaba jubilándome… Y qué mejor que cerrar el círculo de la misma manera que había comenzado toda esta aventura maravillosa”.

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