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Alice Cooper: del alcohol al golf y del horror rock al ¡tap!

Hace mucho mucho, pero mucho tiempo atrás, Alice Cooper era un señor que daba miedo. Un maestro del terror que había creado eso que dio en ser llamado Horror Rock Show. Una mezcla de estética de cine Clase B (o J) con un grotesco bien musicalizado que pagó bárbaro en los ’70, pero que con el paso del tiempo devino en una caricatura aquella caricatura.

Sin embargo, Cooper, mucho menos conocido como Vincent Damon Furnier, supo entender por dónde iba la cosa, y logró encontrar la manera de mantenerse a flote en el mar de músicas en el que navega desde la edición de Pretties for You, en 1969. “Cada vez que voy a salir de gira trato de poner en escena algo nuevo. No quiero repetirme”, le decía a Clarín una década atrás.

Y lo cierto es que con sólo un repaso rápido de su trayectoria, tomando en cuenta inclusive sus inicios con The Spiders en el ya tan lejano 1965, salta al oído que el hombre nacido en Detroit en febrero de 1948 tuvo la capacidad de cambiar según pasaron los años y que, más allá de algunos bajones, siempre se llevó muy bien con el día después.

Durante la pandemia, alejado de los escenarios Alice Cooper aprovechó el tiempo para compartirlo con su familia. Foto Rob Grabowski/Invision/AP

La esencia es la misma, a pesar de los cambios

“Es interesante, porque yo experimenté una infinidad de cambios, pero hay algo en Alice que no se ha modificado“, dijo Cooper, quien del mismo modo consiguió sobreponerse a ciertas tendencias que en algún momento pusieron en riesgo su propia vida.

Nunca llegué a ser un alcohólico. Nunca fui un Jim Morrison. Siempre tuve control de mis actos. No obstante, cuando dejé todo de lado, es cuando empecé a cantar mejor. De algún modo, en 1983 empezó una nueva Alice, con nuevos puntos de interés”, confesó el cantante a este diario.

Más aún, admitió que del mismo modo que salió de algunas adicciones que no le estaban haciendo nada bien, adquirió otra que, al menos, lo ponía y sigue poniendo en contacto con la naturaleza, cada mañana que se hace un rato para ir hasta algún green a jugar unos hoyos. Es que el golf se le volvió una necesidad tan imperiosa como la de salir al escenario.

Un especialista en pirotecnia y actuación, Alice Cooper también paseó su show por el estadio Malvinas Argentinas. Foto: Luciano Thieberger

La solución menos pensada

Sin embargo, la pandemia impuso sus propias reglas, y la de quedarse guardado durante un largo lapso nos obligó a todos a buscar con qué reemplazar paredes adentro aquello que nos daba placer hacer de la puerta para afuera de nuestras casas. Y Cooper encontró una impensada solución para su abstinencia de shows.

De pronto, el artista, a los 73 años, pasó de estar de gira con Queen y tocar para multitudes de 95.000 personas a tener una audiencia de cero espectadores para su nueva afición: bailar tap. Y admitió que la transición fue difícil, según se lo contó a AP.

Fue como salir de una droga porque la adrenalina es tu droga en el escenario. Quiero decir, todo el mundo está sobrio. Pero extrañas esa adrenalina, ese tête à tête”, recordó, hablando desde Charlotte, Carolina del Norte. Cooper no es un fan de Zoom y desistió de dar presentaciones en línea durante el encierro: “Es algo soso y no hay público. Así que no trates de fingir”.

Así y todo, aquel abandono que hizo Cooper del alcohol lo ayudó, también a despegarse de un personaje que en el algún momento lo puso frente al peligro de que se le hiciera carne.

“Hubo épocas en las que necesitaba ser Alice todo el tiempo. Pero era suicida. Eso es lo que mató a Jim Morrison, a Jimi Hendrix, a Kurt Cobain. Estar sobrio me permitió separarme de Alice, y eso me ayudó a sobrevivir”, señaló.

Alice Cooper volvió a los escenarios, pero por ahora no tiene pensado bailar tap en sus presentaciones.

En cambio, pasó su tiempo libre con su familia en Phoenix desarrollando una nueva habilidad tan poco probable como el tap. La familia realizaba las prácticas en el patio trasero de su casa, y aunque ahora es capaz de bailar con zapatos suaves, Cooper insiste en que sus nuevos pasos no llegarán a su espectáculo en el escenario.

Canto con serpientes

Finalmente de vuelta en el ruedo, Cooper dijo que se sintió “embelesado de ir al ensayo”, y agregó que se siente “más en casa en el escenario que fuera del tablado”.

Por eso, ya tiene varios conciertos previstos hasta noviembre y predice que estará de gira la mayor parte del próximo año. Y del mismo modo que se opone a considerar la posibilidad de zapatear rapidito en escena asegura que uno de los elementos clave de su show en vivo son sus serpientes que, advierte, tienen una naturaleza impredecible.

“Lo curioso de las boas constrictoras es que tienen una mente propia en el escenario”, dijo. “Simplemente la dejo ir a donde sea que tenga que ir y tengo que improvisar según dónde está. Cada noche es diferente”, explica.

No obstante, independientemente de lo que cuente acerca de cualquier improvisación basada en serpientes, Cooper dijo que cada vez es más difícil viajar con ellas, pues ahora necesitan pasaportes en lugar de permisos.

Las serpientes son un condimento central en la receta de los shows de Alice Cooper. Foto AP Photo/Paul Jeffers

¿Podría declarar a su serpiente como un animal de terapia? “Creo que la única diferencia sería que mi serpiente podría comerse el animal de terapia de otra persona”, dijo riendo.

Pero recuperar el tiempo perdido de gira no es lo único que tiene en vista Cooper, para su futuro inmediato; su último proyecto es un audiolibro titulado Who I Really Am: Diary of a Vampire.

El diario es narrado por Cooper, quien comparte anécdotas de su vida en la gira junto con grabaciones acústicas de I’m Eighteen, School’s Out y Poison producidas por su antiguo colaborador Bob Ezrin.

Así es la tapa del audiolibro de Alice Cooper, “Who I Really Am: Diary of a Vampire”.

Cooper admitió que fue “realmente divertido” hacer versiones simplificadas de sus canciones, con solo una guitarra o un piano. El audiolibro dura poco más de dos horas y, en verdad, Cooper tiene muchas más historias bajo la manga. Pero no parece muy dispuesto a compartirlas en lo inmediato.

Tengo que esperar a que mueran unas ocho personas más antes de escribir ese libro”, dijo. Y sonrió. 

Fuente: AP/Sian Watson

E.S.

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